Peña Parra: Santa María la Mayor, "camino de piedad y santidad"
Edoardo Giribaldi - Ciudad del Vaticano
Hacer memoria no sólo de la historia, sino también del "camino de piedad y santidad" que ha animado la basílica de Santa María la Mayor, haciéndola todavía hoy "meta de peregrinaciones y lugar de fe" del que cada creyente parte "con renovada confianza y buenas intenciones". Es la invitación del arzobispo Edgar Peña Parra, Sustituto para Asuntos Generales de la Secretaría de Estado, pronunciada hoy, 5 de agosto, durante las segundas Vísperas con motivo de la solemnidad de Nuestra Señora de las Nieves y del aniversario de la dedicación de la basílica pontificia.
Nevadas en pleno verano
El arzobispo, llevando "el saludo y la bendición del Papa León XIV", se detuvo en el sugestivo rito de la "cascada de pétalos blancos desde la cúpula" de la basílica, que tuvo lugar durante el canto del Magnificat, en conmemoración del milagro por el que, según una antigua tradición, en la noche del 5 de agosto de 358 la Virgen María indicó en sueños al Papa Liberio, al patricio Juan y a su esposa el lugar donde deseaba que se le dedicara una iglesia en Roma. Un sueño al que siguió una señal: "El extraordinario fenómeno de una nevada que, en pleno verano, trazó el perímetro del futuro edificio". Un templo mariano que transformó la colina romana del Esquilino de "lugar inseguro" en "polo de devoción".
La historia de la basílica
El Sustituto de la Secretaría de Estado también examinó la segunda fase histórica de la Basílica liberiana, "vinculada a un momento muy importante de la vida de la Iglesia". En el siglo V, en efecto, el antiguo edificio fue demolido a instancias del Papa Sixto III, para "celebrar la proclamación de María como Theotókos, 'Madre de Dios'", que tuvo lugar en el Concilio de Éfeso en 431. En su lugar, "se erigió una gran iglesia nueva, más tarde elevada al rango de basílica y, por su majestuosidad, se le dio el título de Santa María la Mayor".
Destino de peregrinaciones
Recorrer la historia del edificio, sin embargo, sólo restablece en parte su "camino de piedad y santidad que -en él y gracias a él- a lo largo de los siglos ha animado este centro de devoción mariana para Roma y la Iglesia universal". Peña Parra señaló cómo la Basílica sigue siendo meta de miles de peregrinaciones. Los fieles acuden allí "para confiar a la Madre del Señor su existencia, sus preocupaciones, sus alegrías y sus penas; para acercarse a los Sacramentos, especialmente a la Reconciliación; para detenerse en oración ante el icono de la Salus Populi Romani, para venerar la reliquia del pesebre de Belén". Todo ello, para luego "partir con renovada confianza y buenas intenciones".
Significado histórico y espiritual
El rito de la "cascada" es, por tanto, sugerente por su significado tanto "histórico" como "espiritual", según el arzobispo. Refiriéndose a la Lectura Breve proclamada, señaló que "nuestra redención en el Hijo hecho hombre fue posible, por disposición divina, gracias al 'sí' de María". Por último, recordó el pasaje del testamento del Papa Francisco, en el que Bergoglio expresó su deseo de ser enterrado precisamente en Santa María la Mayor, "antiquísimo santuario mariano al que acudía en oración al inicio y al final de cada viaje apostólico para confiar confiadamente mis intenciones a la Madre Inmaculada y agradecerle su dócil y maternal cuidado".
Misa matutina
Las Segundas Vísperas fueron precedidas esta mañana por una misa solemne presidida por el cardenal arcipreste de la Basílica papal, Rolandas Makrickas. En su homilía, el cardenal exhortó a no perder la "capacidad de admirar y asombrarse", que forma parte de la experiencia misma de la fe y se encarnó en la histórica nevada.
Al final de la celebración, Monseñor Peña Parra se detuvo en oración ante la tumba del Papa Francisco.
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