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El momento de la recreación de la milagrosa "nevada" del 5 de agosto de 358, durante la Misa solemne en la Basílica de Santa María la Mayor. El momento de la recreación de la milagrosa "nevada" del 5 de agosto de 358, durante la Misa solemne en la Basílica de Santa María la Mayor.

Virgen de las Nieves, Makrickas: Símbolo de gracia, que une belleza y gratuidad

En la Basílica de Santa María la Mayor, el Cardenal Arcipreste celebró la Misa solemne en el aniversario de la dedicación de la Basílica papal y la solemnidad que conmemora la nevada milagrosa en Roma. En este Jubileo, dijo, los peregrinos piden ser testigos de las grandes obras de Dios en el mundo, con una fe renovada y corazones blancos como la nieve.

Lorena Leonardi – Ciudad del Vaticano

Ser testigos de las grandes obras de Dios en el mundo, con una fe renovada y corazones blancos como la nieve: esto es lo que piden los peregrinos en este Año Santo al cruzar la Puerta Santa de Santa María la Mayor. Lo ha subrayado el cardenal Arcipreste Rolandas Makrickas al celebrar la Misa Solemne esta mañana, martes 5 de agosto, en el aniversario de la dedicación de la Basílica papal y la solemnidad de Nuestra Señora de las Nieves. Recorriendo la historia del primer santuario mariano de Occidente, el cardenal recordó en su homilía cómo la basílica fue construida por el Papa Liberio y el patricio Juan tras un sueño en el que la Virgen María les pidió que construyeran una iglesia dedicada a ella en la colina donde había nevado. Así, según la tradición, en la calurosa noche entre el 4 y 5 de agosto del año 358, nevó en el Esquilino, y allí Liberio trazó en la nieva las proporciones de la nueva iglesia.

La nevada une belleza y gratuidad

“Cada año, miles de fieles se maravillan y se inspiran con la nevada de pétalos de rosa blanca que cae del techo de nuestra basílica. Hoy, también nosotros somos testigos de esa señal”, dijo Makrickas, refiriéndose a la recreación del milagroso acontecimiento de la nevada, ocurrido esta mañana y que se repetirá esta tarde, durante las segundas vísperas presididas por el arzobispo Edgar Peña Parra, Sustituto de la Secretaría de Estado. El arcipreste recordó que hace exactamente un año, el Papa Francisco, enterrado hoy en la Basílica de Santa María la Mayor, eligió presidir las Vísperas, y al presenciar la tradicional nevada nos habló de un doble sentimiento que el fenómeno natural de la nieve blanca siempre ha suscitado en el alma humana: admiración y asombro. Así, enfatizó que la nevada puede entenderse como un símbolo de gracia, es decir, de una realidad que une belleza y gratuidad: es algo que no se puede ganar, ni mucho menos comprar, solo se puede recibir como un don. Este último, como tal, es completamente impredecible, como una nevada en Roma en pleno verano: de ahí la invitación a no perder la capacidad de admiración y asombro, que forman parte de la experiencia misma de la fe.

Todos los signos de la manifestación de la cercanía de Dios

La nieve, continuó el cardenal, también evoca "blancura, candor", signos de pertenencia al mundo celestial: los Evangelios hablan de ella al describir la Transfiguración y a los ángeles en la tumba de Jesús en la mañana de la resurrección. El asombro, la admiración y la blancura, como pureza, gracia y manifestación de la cercanía de Dios, son realidades que Makrickas definió como "muy evocadoras" y "todas unidas en María", protagonista de la primera nevada en el Esquilino.

María magnifica las obras del Señor, no sus propias dificultades

La Virgen "magnifica las obras del Señor": no sus propias dificultades y preocupaciones —aclaró el cardenal—, sino al Señor. Y si siempre existe la tentación de dejarnos abrumar por los miedos, Nuestra Señora muestra que "este no es el camino correcto para nosotros", colocando a Dios como "la primera grandeza de la vida: de aquí brota el Magníficat, de aquí nace la alegría de creer y vivir". También porque la alegría, enfatizó, proviene «no de la ausencia de problemas», sino de la «fe en la presencia de Dios que nos ayuda, que está cerca de nosotros». Finalmente, el llamado, siguiendo los pasos de María —quien se reconoce pequeña— a recordar las «grandes obras que el Señor realiza en nuestras vidas, en la vida de la Iglesia y en el mundo».

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05 agosto 2025, 13:50