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Monse?or Arg¨¹ello a Âᨮ±¹±ð²Ô±ð²õ espa?oles: ¡°Confesad la fe en la plaza p¨²blica¡±

La Plaza de San Pedro acoge este viernes 1 de agosto por la tarde un encuentro hist¨®rico de los m¨¢s de 25.000 espa?oles que participan en el Jubileo de los J¨®venes. Una experiencia intensa de vocaci¨®n, reconciliaci¨®n y fe compartida, que culmina con una Eucarist¨ªa oficiada por el Presidente de la Conferencia Episcopal.

Sebastián Sansón Ferrari ¨C Ciudad del Vaticano

Bajo un sol romano implacable y una energía desbordante, la Plaza de San Pedro se inundó este 1 de agosto con mares de jóvenes españoles llegados desde todos los rincones del país para un encuentro inédito en el marco del Jubileo de los Jóvenes. Banderas multicolores, cantos espontáneos, risas compartidas y gritos de ¡°¡Esta es la juventud del Papa!¡± marcaron el tono de un encuentro histórico. Eran más de 25.000 presentes, aunque se estimaba que podrían alcanzar hasta 30.000 los jóvenes españoles presentes durante el fin de semana jubilar.

La tarde comenzó a las 16:00 con la apertura de puertas. Desde entonces, un goteo constante de peregrinos fue colmando la Plaza. Guitarras, pancartas, abanicos, pañoletas y pulseras de colores teñían el corazón del Vaticano de alegría. A las 18:00, arrancó oficialmente el Encuentro: cantos, testimonios y momentos de oración fueron hilando un relato coral, donde lo humano y lo divino se entrelazaron con sencillez y belleza.


Ungidos por el Amor, enviados en esperanza

Pasadas las 19:50, los obispos comenzaron a procesionar hacia el altar. El cielo, teñido de dorado por la tarde romana, se convertía en testigo de una Eucaristía en comunión. Mons. Luis Argüello, arzobispo de Valladolid y presidente de la Conferencia Episcopal Española, presidió la celebración, que concelebraron diversos obispos y sacerdotes de la nación.

Un momento de la homilía pronunciada por el arzobispo de Valladolid y presidente de la Conferencia Episcopal Española.
Un momento de la homilía pronunciada por el arzobispo de Valladolid y presidente de la Conferencia Episcopal Española.   (@Vatican Media)

La homilía: un llamado a la misión

En su homilía, partiendo de la carta del apóstol San Pablo a los Romanos, el prelado anunció con fuerza que "el amor de Dios ha sido derramado sobre nuestros corazones". Invitó a los jóvenes a acoger ese amor que no defrauda, que reviste la vida de un "vestido de alabanza", un "perfume de alegría" y una "diadema de alianza". "Ese amor ¡ªdijo¡ª nos hace vivir para la sana gloria de Dios, y nos impulsa a llevar esa luz incluso a las tinieblas de la existencia".

Argüello profundizó en la identidad cristiana: "Somos ungidos, somos cristianos. Y así, ungidos, formamos un pueblo que aprende a decir 'nosotros'". Desde los pequeños "nosotros" diocesanos hasta el gran "nosotros" eclesial, el arzobispo animó a ensanchar el corazón y vivir una fraternidad abierta, que nace no de ideologías, sino del Espíritu.

"La Iglesia ¡ªafirmó¡ª es escuela de comunión, de apertura, de acogida. Queremos ofrecer este 'nosotros' a nuestros contemporáneos, como una alianza de esperanza. Que este Jubileo sea ocasión para sellar esa alianza con quienes quieran caminar con nosotros".

En un mensaje directo y sin ambigüedades, alentó a los presentes a dar testimonio público: "Falta que seamos confesores de la fe en la plaza pública. Que mostremos una comprensión integral de la persona, del cuerpo, de la sexualidad vinculada al don de la vida. Que nos acerquemos con ternura a los pobres y a los que están solos".

Al concluir, invitó a los jóvenes a renovar su envío misionero con un grito unánime que estremeció la Plaza:

¡JESÚS ES EL SEÑOR!

¡SOMOS LA IGLESIA!

¡QUEREMOS LA PAZ EN EL MUNDO!

¡HAZNOS, SEÑOR, INSTRUMENTOS DE TU PAZ!

Santa misa en el encuentro de los españoles participantes en el Jubileo de los Jóvenes.
Santa misa en el encuentro de los españoles participantes en el Jubileo de los Jóvenes.   (@Vatican Media)

Las intenciones de los fieles: una Iglesia que ora en todas sus lenguas

Las intenciones fueron proclamadas por jóvenes en castellano, euskera, catalán y gallego: una Iglesia que habla con todas sus voces. Se oró por la Iglesia, para que siga siendo custodia del proyecto de salvación; por quienes nos acompañan en el camino de la fe, especialmente por el Santo Padre; por el mundo entero, para que, seducido por el amor de Cristo encarnado, no ceda al rumor de las armas, sino que busque la armonía de la concordia, la verdad y la paz.

Asimismo, los asistentes rogaron al Señor por los afligidos y quienes han perdido toda esperanza, para que no caigan en el desánimo, sino que experimenten en sus corazones el don de la esperanza cristiana y la ayuda de la caridad. Además, encomendaron a los niños, adolescentes y jóvenes de cada una de las realidades eclesiales, para que, escuchando la invitación de Cristo, sean dóciles al plan de Dios, que los llama cada día a experimentar la novedad del amor y le respondan con generosidad a la vocación a la que él los llama.

Finalmente, tuvieron presente a todas las comunidades diocesanas y todas las realidades eclesiales en España, para que, vigorizados por el poder del perdón y reavivados por la gracia de este Año Jubilar, puedan continuar en su camino de seguimiento del Evangelio.

El saludo de la paz de los jóvenes españoles en la sagrada eucaristía.
El saludo de la paz de los jóvenes españoles en la sagrada eucaristía.   (@Vatican Media)

Soñados por Dios, llamados por nombre

El primer bloque de testimonios, que precedió a la sagrada eucaristía, titulado ¡°El regalo de la vida¡±, abordó la existencia como vocación. Con un estilo meditativo, se propuso a los jóvenes redescubrir que la vida no es un accidente, sino una misión nacida del amor de Dios. La joven María Tagarro, de la diócesis de Astorga, compartió su historia de fe entre luces y sombras, desde la infancia creyente hasta la noche oscura de la adolescencia.

¡°Viví mi primera crisis de fe consciente antes de confirmarme¡­ Me costaba entender qué me estaba pasando, pero hoy veo ese momento como una purificación. El Señor me sigue regalando amistades en la Iglesia, donde puedo vivir mi fe con libertad¡±. Su relato, acompañado de un silencio profundo, tocó el alma de muchos, que aplaudieron con fuerza el coraje de su sí cotidiano.

A continuación, ¡°La alegría del perdón¡± abrió paso a un testimonio vital sobre la misericordia. José Tomás Cebrián ¡ªconocido como ¡°Pepetto¡±¡ª describió cómo, tras alejarse de la fe durante años, Dios lo esperó pacientemente. ¡°En un retiro, encontré perdón. Un corazón roto que Dios quiso sanar solo con pedírselo¡±, confesó. Su mensaje fue claro: la verdadera felicidad no está en el éxito ni en el placer inmediato, sino en saberse perdonado y amado.

El cierre de los testimonios, en el bloque "Yo soy la puerta que os abro a la felicidad", lo protagonizaron Quique Mira y María Lorenzo, miembros del proyecto evangelizador AUTE. Manifestaron su alegría al ver la Plaza de San Pedro llena de jóvenes, reflejo del sueño de Dios: una Iglesia joven y viva. Contaron que se casaron hace dos meses y ven su matrimonio como una Iglesia doméstica, una familia que acoge y forma discípulos para compartir el amor de Dios.

Narraron cómo su encuentro personal con Cristo transformó su visión del amor en medio de un mundo marcado por la superficialidad, las apariencias y el miedo disfrazado de indiferencia. Su matrimonio, dijeron, no es solo un ¡°sí¡± ante el altar, sino un compromiso diario de entrega, de elegir al otro y de salir al encuentro. ¡°Nuestro matrimonio es misión¡±, afirmaron, animando a los jóvenes: ¡°No tengáis miedo de entrar por la puerta del Buen Pastor. La felicidad está en amar y dejarse amar¡±.

Santa misa en el encuentro de los españoles participantes en el Jubileo de los Jóvenes.
Santa misa en el encuentro de los españoles participantes en el Jubileo de los Jóvenes.   (@Vatican Media)

Voces desde la Plaza

Antes del encuentro, jóvenes de la parroquia Nuestra Señora del Camino (Madrid) y alumnas de un colegio de la capital compartieron espontáneamente a los medios vaticanos lo que estaban viviendo. ¡°Estar aquí con tantos jóvenes que viven su fe me ha hecho ver que no estamos solos. Que la Iglesia es joven, alegre y universal¡±, decía una chica, entre lágrimas y risas.

Otro grupo hablaba con convicción del camino recorrido hasta llegar a Roma: ¡°Nos hemos preparado con oración, adoraciones, vigilias. Lo que más me impacta es ver que hay miles de jóvenes que no tienen vergüenza de decir que creen, de cantar, de rezar, de abrazarse¡±, dijo uno de los chicos. ¡°Nosotros también queremos hacer lío, pero un lío bueno, como decía el Papa Francisco¡±, añadió su compañera.

Jóvenes españoles en camino a la Plaza de San Pedro para el encuentro inédito.
Jóvenes españoles en camino a la Plaza de San Pedro para el encuentro inédito.

De vuelta a casa¡­ distintos

El Encuentro de los Españoles es solo un peldaño del Jubileo, que continuará con la vigilia y la misa con el Papa León XIV en Tor Vergata. Pero muchos ya saben que no regresarán iguales. Desean llevar esa alegría a casa, contar lo que vivieron, lo que sintieron y cómo se encontraron con Cristo en Roma.

Desde la Plaza de San Pedro, donde el corazón de la Iglesia palpita en piedra y palabra, España ha dejado huella. No solo por la cantidad, sino por la calidad del testimonio. Una juventud viva, inquieta, capaz de cantar a pleno pulmón, pero también de arrodillarse. De mirar con hondura, de decir sí, como María. Y de gritar, con todas sus fuerzas, bajo el cielo romano:

¡°¡Esta es la juventud del Papa!¡±.

Cientos de peregrinos hacen fila esperando para ingresar en la Plaza de San Pedro bajo un implacable sol romano.
Cientos de peregrinos hacen fila esperando para ingresar en la Plaza de San Pedro bajo un implacable sol romano.

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01 agosto 2025, 20:16