Una fe que baila en las plazas: un testimonio que Roma nunca olvidará
Sebastián Sansón Ferrari – Ciudad del Vaticano
El calor del verano romano no amedrentó a los más de 50.000 españoles que llenaron las plazas, las calles y las paradas de transporte público durante el Jubileo de los Jóvenes. Entre ellos, un grupo de alumnas del Colegio de Fomento Montealto, de Madrid, vivió una experiencia inolvidable en el corazón de la Iglesia.
“Nos motivó poder encontrarnos con jóvenes de todo el mundo que comparten nuestra fe y nuestras creencias”, contaron a Vatican News. La preparación espiritual incluyó charlas, oración y una actitud abierta al encuentro. “Rezamos mucho antes del viaje y nos ayudó a vivirlo con más profundidad”.
Roma les regaló momentos únicos. “El mejor fue en Plaza de España, cuando vimos a unos chicos bailando y nos unimos. Terminamos todos en un gran círculo, riendo y compartiendo”, recordó una. Otra destacó lo vivido en Piazza Navona: “Allí nos mezclamos con jóvenes irlandeses, americanos, brasileños… Fue precioso ver cómo todos compartimos la fe, aunque recemos de formas distintas”.
El fin de semana tuvo su punto culminante con la vigilia y la misa presididas por el Papa León XIV, quien les encomendó una misión: llevar un saludo a los jóvenes que no pudieron viajar y contagiar esperanza. “Nos preparamos rezando, y también compartiendo con otros, con gestos de generosidad y cercanía”, dijeron.
Sobre los signos de esperanza que descubren en esta peregrinación, afirmaron: “Se nota un ambiente de alegría y unidad. Es bonito ver que todos vivimos lo mismo, aunque vengamos de culturas distintas”.
¿Qué harán al volver a casa? “Compartiremos lo vivido, mostrando que se puede vivir la fe con alegría. La Iglesia acoge a todos, sin importar cómo seas”. Y agregaron: “Aunque los cristianos seamos minoría, no significa que no podamos estar presentes. Si todos nos uniéramos, podríamos cambiar el mundo”.
A los jóvenes que no pudieron estar en Roma, les dejaron un mensaje claro: “No se desanimen. Hemos rezado mucho por ustedes. Pueden ser apóstoles desde donde estén. La esperanza también se construye con pequeñas acciones”.
Antes de despedirse, corearon con entusiasmo: “¡Viva España! ¡Viva el Papa León!”. Con su testimonio, dejan en Roma una huella de fe viva. Ellas regresan con una certeza: la misión apenas comienza.