Las Hermanas de Santa Marta: un vínculo más fuerte con el Papa tras su visita
Daniele Piccini – Castel Gandolfo
Un espíritu de iniciativa y laboriosidad digno de la santa que da nombre al lugar donde viven. Así son las veinte mujeres que residen en la Casa de Reposo "Santa Marta" en Castel Gandolfo, con edades comprendidas entre los ochenta y los 101 años, quienes a principios de julio, al enterarse de que el Papa León XIV pasaría un tiempo de descanso en las cercanas Villas Pontificias, tomaron papel y pluma y le escribieron una carta para invitarlo.
Invitación aceptada
“Fui yo misma quien entregó la invitación en Villa Barberini”, revela sor Eliana Martinelli, responsable de la residencia de ancianos situada en la calle Pío XI, número 27. “Después de eso, durante un tiempo no recibimos noticias. Hasta que, hace tres días, nos llamaron para anunciarnos —dice con énfasis la hermana— que el Papa vendría a visitarnos el lunes 21 de julio a las 10:25”.
La primera reacción fue de todo menos moderada. “Con la noticia se nos pusieron los pelos de punta de la emoción. No podíamos creerlo”, admite entre sonrisas sor Eliana. Cabe recordar que el último Papa que visitó esta residencia a orillas del lago Albano fue Pablo VI en 1965. Tras el impacto inicial, como la misma Marta, se pusieron manos a la obra: “Empezamos a preparar todo para su llegada. Y hoy, puntualísimo, el Papa León llegó a nuestra casa. Apenas llegó, acompañado de su escolta, dijo: ‘Ustedes me invitaron, y aquí estoy’”.
Con la alegría en los ojos
El Pontífice recordó la liturgia del día anterior, con el Evangelio de Lucas que relata la visita de Jesús a Marta y María, “y aquí estoy hoy, precisamente en la Betania de Santa Marta”, bromeó el Papa. “Después de los saludos y agradecimientos, le ofrecimos un pequeño refrigerio en la terraza y él disfrutó de nuestra vista al lago”, relata sor Eliana. “Tomó un café y una bebida —continúa la hermana— y luego se quedó con nosotras, así, de forma sencilla. Me di cuenta de que es una persona cercana, que pudo relajarse como si estuviera en su propia casa”.
Al final del encuentro, que duró de las 10:25 a las 11:18, las seis hermanas de la casa le regalaron una imagen de la Sagrada Familia “y además hicimos una donación para su misión. Sabemos que le importa mucho la caridad con los pobres”.
Al término de la visita “había una gran alegría tanto en sus ojos como en los nuestros. Luego, entre aplausos, se marchó, despidiéndose una vez más desde el coche”, recuerda sor Eliana. “Ha sido una experiencia maravillosa, bellísima. Todos los residentes y todo el personal fueron saludados y bendecidos por el Papa. Su presencia siempre es un mensaje, y ayuda a fortalecer nuestro vínculo con él. Nuestras residentes lloraron de alegría”, concluye sor Eliana.
Emoción hasta las lágrimas
Y las residentes, efectivamente, lo confirman. “Ya me emocioné anoche cuando la hermana superiora nos anunció que esta mañana nos visitaría el Pontífice”, dice aún con lágrimas en los ojos Giovanna Sugaroni, originaria de Orvieto, de 86 años, y residente desde hace año y medio en la Casa de Reposo "Santa Marta" de Castel Gandolfo. “Y esta mañana viví el momento más feliz, porque el Papa León XIV se sentó justo al lado mío. Le di las gracias y conversó amablemente con nosotras”.
Un hombre que no oculta sus emociones
“Me impresionó la personalidad del Papa. Vi en él sencillez y emoción. Pero una emoción de la que no se avergonzaba. Y eso me conmovió a mí también”, comenta Adriana Ciccone, de 85 años, originaria de Nápoles y residente desde hace apenas tres meses en la Casa "Santa Marta". “Se nota que es una persona que no tiene miedo de mostrarse tal como es. No hablé directamente con él, y sinceramente, me habría sentido intimidada por la grandeza de este hombre”.
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