úԱ: La vida invisible de los "barbechas" en medio de la pobreza
Costanza Santillo – Ciudad del Vaticano
Cada día, una parte de Túnez se despierta antes que el resto de la ciudad, dispuesta a transitar por las calles aún dormidas para realizar un trabajo exigente física y mentalmente. Los barbechas, en árabe tunecino, son aquellos que en los últimos años han hecho de la recogida de residuos su profesión.
La palabra significa literalmente “recolectores de basura” y su trabajo se basa en este principio: recolectar la basura que se encuentra en las calles para venderla y ganar lo suficiente para mantenerse. La elección está dictada por las precarias condiciones económicas de Túnez, que han obligado a muchos a aceptar trabajos secundarios para asegurar su sustento.
Un trabajo difícil
Cada día, los “barbechas” comienzan su trabajo alrededor de las cuatro de la mañana para recoger la mayor cantidad de residuos posible antes de que lleguen los recolectores oficiales de basura. Recogen todo tipo de residuos, incluidos plásticos, cartón y cualquier otra cosa que se pueda reciclar, tanto de los contenedores como de la calle. Pasearon por la ciudad con sus hijos, llevando carretillas para recoger todo lo que encontraron.
De las veinticinco mil “barbechas” de Túnez, aproximadamente el 40% trabajan en la capital, especialmente en los barrios obreros del norte de Túnez, como Bhar Lazreg y Ettadhamen.
El trabajo es largo y cansador: desde las cuatro de la mañana hasta altas horas de la noche recorren las calles de la ciudad con pesados sacos sobre los hombros o empujando carros destartalados.
Condiciones precarias
Como si fuera poco, la actividad de los “barbechas” también es un trabajo peligroso: hay que tener mucho cuidado dónde se ponen las manos al hurgar en todo lo que la gente tira en los contenedores de basura. Entre los peligros que enfrentan están enfermedades, trozos de vidrio roto, jeringas usadas y objetos punzantes de todo tipo. Todos estos son peligros particularmente graves para aquellos que no tienen ningún tipo de acceso a atención sanitaria y se encuentran al margen de la sociedad.
Su trabajo finaliza con el pesaje de bolsas de residuos separados en enormes básculas industriales en los puntos de recogida. Un kilo de botellas de plástico destinadas al reciclaje se vende generalmente entre 500 y 700 milésimos de dinar tunecino, el equivalente a menos de 20 céntimos de euro. Finalmente, estas enormes bolsas se venderán de nuevo a empresas de reciclaje.
Tensiones con los migrantes subsaharianos
El crecimiento exponencial del número de barbacoas que abarrotan las calles de Túnez se debe en parte al incremento de los flujos migratorios que atraviesan el país. Los africanos subsaharianos que alcanzan Túnez con el objetivo de llegar a Europa a menudo no encuentran otro trabajo que recolectar plástico, vidrio y cartón para ganar lo suficiente para financiar su viaje.
Sin embargo, la coexistencia entre tunecinos e inmigrantes subsaharianos no está exenta de tensiones. En los últimos años, la migración ha sido retratada cada vez más en términos negativos, especialmente después de las declaraciones del presidente Kais Saied de que la presencia de migrantes subsaharianos representa una amenaza para el equilibrio demográfico nacional.
Estas afirmaciones, que han circulado ampliamente en las redes sociales, han contribuido a crear un clima de hostilidad hacia las comunidades africanas no tunecinas, a menudo percibidas como una competencia no deseada. Esta hostilidad también es evidente en los centros de recogida, donde algunos gerentes se niegan a aceptar las bolsas entregadas por los africanos subsaharianos.
La crisis económica como causa principal
La sociedad civil tunecina también empieza a cuestionarse las causas del aumento del número de recolectores de residuos, atribuyendo el fenómeno no tanto a la importante crisis migratoria sino más bien a la frágil situación económica de Túnez.
Entre los factores económicos más significativos está el aumento insostenible del coste de la vida. Si bien antes este trabajo lo realizaban sólo los desempleados, desde hace dos años también lo disfrutan obreros, limpiadores y jubilados. Este año, la tasa de inflación de Túnez se situó en el 5,4%, mientras que la pobreza y el desempleo aumentaron hasta el 16%.
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