RD Congo: Señales de paz en la región de Kivu devastada por la guerra
Valerio Palombaro - Ciudad del Vaticano
Un paso previo hacia una posible solución pacífica a la crisis en el este de la República Democrática del Congo, está previsto para el 17 de agosto cuando se firme, en Doha, un acuerdo de paz entre el gobierno de Kinshasa y los rebeldes del Movimiento 23 de Marzo (M23), quienes, desde enero pasado, han lanzado una ofensiva sin precedentes en el sangriento conflicto que dura más de 30 años en el este del Congo, ocupando amplias zonas de Kivu del Norte y Kivu del Sur.
El camino para resolver la crisis
La fecha del 17 de agosto está incluida en el memorando de entendimiento firmado por ambas partes el sábado 19 de julio, con la mediación de Qatar. Está previsto que la fase de implementación de los compromisos incluidos en el memorando comience el 29 de julio, mientras que las negociaciones oficiales que culminarán en la firma del acuerdo se prevé que comiencen el 8 de agosto. Los compromisos clave incluyen un alto el fuego permanente; el establecimiento de un mecanismo conjunto para verificar el cumplimiento de la tregua; la liberación de prisioneros; el retorno voluntario y seguro de las personas desplazadas y refugiadas; y el restablecimiento del control de la autoridad congoleña en todo el país. De ser necesario, se especifica que la misión de la ONU en el país (MONUSCO) y otros mecanismos regionales podrían participar para apoyar este proceso.
Inseguridad y pobreza rampantes
"La República Democrática del Congo está cerca de la paz" declaró, ayer, el ministro del Interior congoleño Jacquemain Shabani, con optimismo. El acuerdo de Doha sigue al firmado el 27 de junio, en Washington, entre los gobiernos de la República Democrática del Congo y Ruanda, país que, según informes de la ONU, también es el principal apoyo económico y militar de los rebeldes del M23, que llevan años asolando el territorio congoleño, rico en minerales. El acuerdo de Washington exige la retirada de las tropas ruandesas del territorio congoleño oriental en un plazo de 90 días, junto con los rebeldes del M23 que se han establecido en las capitales de Kivu del Norte y Kivu del Sur, Goma y Bukavu. Sin embargo, sobre el terreno, la situación sigue siendo tensa. La vida cotidiana está marcada por el hambre y la inseguridad. Debido al aumento desmesurado de los precios —hasta un 35 % en Goma y Bukavu—, dos de cada tres familias ya no pueden acceder a los mercados. Según datos del Voluntariado Internacional para el Desarrollo (VIS), el 70 % de las familias consume menos de dos comidas al día y muchas tienen provisiones de alimentos para menos de cinco días.
La posición de la Iglesia local
En los últimos días, el cardenal Fridolin Ambongo, arzobispo de Kinshasa, expresó su escepticismo sobre las posibilidades reales de éxito del acuerdo negociado por Estados Unidos. "Estoy claramente a favor de la paz. Siempre me alegra cuando se deponen las armas, cuando se decide poner fin a la violencia. Pero lo que no es correcto es la hipocresía", comentó el cardenal en una entrevista con periodistas en el Vaticano el 1 de julio, en el marco de la presentación del documento de las Iglesias del Sur Global sobre cuestiones climáticas antes de la COP30 en noviembre en Brasil. "La carrera por los minerales estratégicos hoy en día, especialmente en África", añadió Ambongo, "es la raíz de la proliferación de grupos armados". Esta región es, de hecho, extremadamente rica en oro, estaño y tantalio, utilizados en dispositivos electrónicos portátiles. La República Democrática del Congo también es el principal productor mundial de cobalto, un elemento esencial para la producción de baterías para vehículos eléctricos. El temor de la Iglesia local está vinculado a las soluciones impuestas desde arriba, que no podrían aportar una solución duradera al prolongado conflicto que ha marcado a estas tierras ricas pero frágiles, causando más de ocho millones de desplazados y cientos de miles de víctimas.
Diálogo directo con los rebeldes
El memorando firmado en Doha es, sin duda, una pieza más en el frágil proceso de paz en el este del Congo. Esto se debe también a que, a diferencia del acuerdo de Washington, firmado únicamente por los gobiernos de Kinshasa y Kigali, incluye directamente a los rebeldes del M23 que han ocupado Goma y Bukavu durante aproximadamente seis meses. Estos se han comprometido a cesar las hostilidades y a "construir relaciones de confianza". Qatar, que medió en las negociaciones, enfatizó que el acuerdo "abre el camino para encaminar las negociaciones hacia una paz integral". Por otro lado, aún queda por evaluar el cumplimiento efectivo de los compromisos asumidos; si bien no puede olvidarse que más de cien grupos armados han estado activos en el este del Congo durante años, desestabilizando un territorio tan rico en recursos minerales, pero tan frágil y expuesto a intereses externos.
Gracias por haber leído este artículo. Si desea mantenerse actualizado, suscríbase al boletín pulsando aquí