MAP

Vista frontal de la fachada del Centro de Educación y Formación para Ciegos y Discapacitados Visuales. Siloé - Djanglanmey Benin Vista frontal de la fachada del Centro de Educación y Formación para Ciegos y Discapacitados Visuales. Siloé - Djanglanmey Benin  #SistersProject

En Benín, las Siervas de la luz de Cristo comprometidas al lado de los ciegos

Desde 1993, el Instituto de las Siervas de la Luz de Cristo (Slc) gestiona el Centro Siloé que acoge y acompaña a niños, adolescentes y jóvenes ciegos para garantizarles un itinerario escolar o un aprendizaje profesional. El objetivo, en definitiva, es sacarlos del abandono y la mendicidad para una inserción social respetuosa de la dignidad humana.

Sor Chibi Natacha Dato (Slc)

El 13 de julio es casi la víspera de la partida de Maxime, de 15 años, de vacaciones. Si parece impaciente por volver a ver a sus padres, ya echa de menos estos meses transcurridos en la cariñosa atmósfera instaurada por la que considera “su segunda madre”, Sor Adelaide Tognizin, responsable del Centro Siloe de Djanglanmey, situado a unos 83 kilómetros de Cotonou, la capital económica de Benín.

Originario de un pueblo del municipio de Klouékanmè (suroeste), cuando llegó a este centro, a la edad de cinco años, Maxime estaba totalmente desesperado. “Nací ciego”, había suspirado, no sin una mueca de tristeza. “Antes de venir aquí al Centro Siloé en 2015, pensé que mi vida había terminado, debido a mi ceguera”, declaró el que, gracias al acompañamiento de las monjas, obtuvo en julio de 2025 su Patente de Estudios del Primer Ciclo (BEPC). También se asombra de haber podido, en Siloé, “aprender informática, hablar y leer francés y estar matriculado en la escuela” Además, exulta el adolescente: “El centro me ha dado una nueva oportunidad de vivir”.

En Benín, de hecho, a pesar de las mejoras legislativas de los últimos años, la situación de las personas con discapacidad visual en general aún no es brillante. “A menudo se trata de personas dejadas atrás en las familias y que son consideradas ‘infrapersonas’”, lamenta la madre Nadine Adjagba, superiora general de las Hermanas, Slc. Es en este contexto que, con el apoyo de monseñor Robert Sastre, entonces obispo de Lokossa (suroeste), sor María Agbovon, hija de la caridad del Sagrado Corazón de Jesús, fundó el 3 de enero de 1983 el centro Siloe.

DZar la autonomía de las personas ciegas”

En 1993, cuando Monseñor Sastre confió el Centro Siloé a las Hermanas Slc, el objetivo era claro: hacer de él “un espacio en el que los pensionados -personas con discapacidad visual y ciegos- puedan no solo recibir una formación adecuada, sino también desarrollar su autonomía”. Así, el centro acoge a niños con discapacidad visual a partir de los 6 años. Aquí, explica Madre Nadine, se proponen dos opciones: “Los que todavía pueden ir a la escuela y estudiar se inician en el braille; por otro lado, los que ya no pueden retomar las clases porque son demasiado mayores aprenden oficios”.

Desde su creación, ya han pasado por el centro más de 300 huéspedes, aseguró la hermana Adelaide Tognizin. En la fila de estos antiguos pensionados, mencionó a profesores, maestros y maestras de talleres artesanales. “También los hay en formación universitaria en el extranjero, en Francia”, se sorprendió la monja.

“Nuestro consuelo es ver florecer a estos niños”

A pesar de estos motivos de alegría y esperanza, las religiosas Slc se enfrentan a diversas dificultades. Además de no poder ver nada a su alrededor, la mayoría de los pensionados suelen estar ansiosos por su futuro. “El mayor desafío para mí es encontrar oportunidades para ir muy lejos en mis estudios y tener un trabajo que se corresponda con mi discapacidad y mis habilidades”, confió Jean, otro pensionado. De hecho, explicó la madre Adjagba, “el principal problema sigue siendo su inserción profesional; no es fácil para ellos encontrar trabajo en el país”.

Además, las Siervas de la Luz de Cristo a veces se enfrentan solas a las responsabilidades relacionadas con hacerse cargo de estos niños. “Muchos padres ya no se informan después de haber confiado a su hijo al centro”, se entristece sor Tognizin. Del mismo modo, “cuando el centro los envía de vacaciones, los padres no siempre están listos para darles la bienvenida”. Entonces las cargas se acumulan, “a veces les faltan los medios para satisfacer adecuadamente sus necesidades nutricionales, las necesidades de salud y vestimenta, un peso considerable”. Sin embargo, precisa la hermana Tognizin, “nuestra mayor alegría y consuelo es ver a estos niños crecer y florecer con vistas a un futuro brillante”.

 

Gracias por haber leído este artículo. Si desea mantenerse actualizado, suscríbase al boletín pulsando aquí

05 septiembre 2025, 15:35