Las hermanas: vamos a la cárcel para dar esperanza a las mujeres
Karol Darmoros
La conclusión de un acuerdo con la cárcel de Krzywaniec en Polonia es otro paso en el desarrollo de las actividades de resocialización por parte de las hermanas del Buen Pastor. Al mismo tiempo, también es la realización del carisma de la Congregación, desde el inicio dirigido a ayudar a las mujeres en crisis. “En abril empezamos los encuentros con las detenidas. Estos son encuentros de grupo sobre argumentos acordados, también hay encuentros individuales", ha explicado sor Krzysztofa Kujawska. Las clases se desarrollan regularmente, actualmente en dos grupos, y desde julio se unirá al trabajo otra religiosa. El objetivo no es únicamente la formación espiritual, sino también el apoyo concreto después de la salida de la cárcel. Por ejemplo, la ayuda con los problemas de vivienda. “Pueden vivir con nosotras, buscar un trabajo o recibir apoyo psicológico”, explica nuestra interlocutora.
Una casa que no expulsa
Las hermanas del Buen Pastor no gestionan centros: las mujeres pueden vivir con ellas en las casas religiosas después de haber cumplido su condena. “Si alguna de ellas quiere estar con nosotras – porque este es nuestro carisma – puede estar con nosotras, simplemente vivir en nuestras casas para el resto de su vida. Ya tenemos mujeres de otras cárceles”, cuenta sor Krzysztofa. Ayudar a las detenidas incluye también la donación de paquetes o la entrega de la correspondencia, siempre de acuerdo con los trabajadores de la cárcel. Es un apoyo para aquellas mujeres que lo necesitan, a menudo la cárcel hace que la familia y los amigos se alejen.
Sencillamente mujeres
El carisma de la Congregación de las Hermanas del Buen Pastor de la Divina Providencia nace de la obra de la fundadora, la beata Maria Karłowska, que ayudaba a las mujeres por la calle en Poznań. "Nuestra entrada en la cárcel como hermanas del Buen Pastor tiene precisamente este objetivo, dar a las mujeres la esperanza (…) de tener aún su dignidad, de tener una chispa de esperanza que pueda ser diferente”, ha subrayado sor Krzysztofa. Ella misma trata a las mujeres de la cárcel como personas normales que vienen a las reuniones en las parroquias o en las comunidades. Esto trae resultados y crea confianza, como afirma sor Krzysztofa, y está ya recibiendo señales de que estas mujeres no se sienten encerradas.
Trabajar con las detenidas es también una respuesta a su situación dramática después de haber dejado la prisión. “A menudo, cuando salen del penitenciario, no tienen a nadie que las atienda. Tienen también grandes problemas para encontrar trabajo”, ha declarado Sr. Krzysztofa.
De la confianza a la transformación
Nuestra interlocutora ha subrayado que construir la confianza es fundamental en sus visitas a la cárcel y en las conversaciones con las detenidas. Sin embargo – como añade sor Krzysztofa – la voz de las mujeres es decisiva y su decisión de abrirse a un coloquio o – en la fase sucesiva – de aceptar la ayuda. “Cuando fui ahí para el primer encuentro, no se hablaba de ninguna colaboración posterior, de algún plan. Son ellas las que deciden realmente si me aceptan. Me preguntaron qué se haría en la siguiente reunión. Esta fue una señala para mí de que podíamos ir más allá”, ha explicado sor Krzysztofa Kujawska.
Su congregación prevé expandir la colaboración en otras cárceles. Las hermanas del Buen Pastor tienen experiencia: han visitado la presión de Grudziądz ya en los años '90 y después varias mujeres vivieron sus casas tras cumplir su condena.
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