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Presencia, dolor y fe: la COMECE en el corazón de Ucrania

Del 16 al 18 de julio, una delegación de la Comisión de las Conferencias Episcopales de la Unión Europea llevó consuelo y solidaridad al pueblo ucraniano en plena guerra. Don Manuel Barrios Prieto, secretario general de la institución, comparte con los medios vaticanos la profunda experiencia vivida.

Sebastián Sansón Ferrari – Ciudad del Vaticano

“Hemos deseado ir a Ucrania porque queríamos tocar con las manos la realidad de la guerra”, afirma Don Manuel Barrios Prieto, secretario general de la Comisión de las Conferencias Episcopales de la Unión Europea (COMECE). No se trata de una metáfora: , junto con una delegación presidida por Monseñor Mariano Crociata, del 16 al 18 de julio, le permitió ver el sufrimiento de un pueblo herido y la fuerza de una fe que no se rinde.

Entrevista a Don Manuel Barrios Prieto, secretario general de la COMECE

La visita de la COMECE no fue solo institucional. Fue, sobre todo, un gesto de cercanía concreta, espiritual y humana. Desde el inicio de la guerra, recuerda Barrios Prieto, la entidad ha estado al lado de Ucrania: con declaraciones, con llamados a la paz, con la participación de obispos ucranianos en sus asambleas. Pero era necesario algo más: estar presentes físicamente, escuchar, acompañar.

“Queríamos encontrarnos con las autoridades religiosas y civiles, pero también con el pueblo, con el sufrimiento, con lo que es la realidad de la guerra”, explica el presbítero español. “Ha sido para nosotros una experiencia muy fuerte. Queremos ser testigos de lo que hemos vivido”.

Uno de los momentos más impactantes fue la celebración del funeral de un joven soldado. “Fue un regalo para nosotros”, confiesa Barrios Prieto. “Ahí percibimos toda la solidaridad del pueblo, la tristeza de la madre, lo que significa la guerra”.

Aquel funeral no fue solo una ceremonia religiosa, sino una representación simbólica del dolor y la dignidad de todo un país. “Una persona nos dijo: ‘Gracias por no dejarnos solos’. Otra, una americana que asistió al funeral, le dijo a un soldado: ‘Gracias por luchar por nuestra libertad’. Esas palabras nos marcaron profundamente”.

Iglesias que no abandonan

Pese a la destrucción y el miedo, la Iglesia católica —tanto la latina como la greco-católica— no ha cesado su labor. “Vimos muchos centros de ayuda, intentos por estar cerca de las madres solteras, de los veteranos, de las víctimas. Se ofrece ayuda psicológica, acompañamiento espiritual, consuelo”, explica Barrios.

Durante el funeral, el evangelio proclamado fue el de san Juan: “No hay amor más grande que el que da la vida por sus amigos”. En ese contexto, dice el secretario general, “esas palabras adquieren todo un peso muy importante”.

Reconstrucción: más allá de lo material

Pero el compromiso no termina con la guerra. Barrios Prieto advierte que el gran desafío será la reconstrucción de la sociedad ucraniana. “No solo hablamos de estructuras o edificios, sino del tejido humano. Los soldados que vuelven del frente regresan profundamente cambiados. Reintegrarse en sus familias, en la sociedad, con sus esposas… es muy difícil”.

Por eso, subraya, será una tarea compartida: “No solo de los ucranianos, sino también de quienes estamos en la Unión Europea. La sanación y la reconciliación nos competen a todos”.

La COMECE como testigo ante Europa

Barrios Prieto concluye con un compromiso renovado: “Nos pidieron ser testigos de lo que hemos vivido, y lo seremos. Seguiremos con nuestro trabajo en la COMECE, como interlocutores ante la Unión Europea, pero ahora también como testigos oculares del dolor, de la esperanza, y del rostro humano de la guerra”.

Porque haber estado allí, dice, le ha dado una convicción aún más profunda: “La guerra es un mal, y nunca puede ser la solución. Ver con los ojos, tocar con las manos el sufrimiento, nos da fuerza para seguir luchando por la justicia y la paz”.

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19 julio 2025, 11:19