Santa Sede: Un preocupante resurgimiento de la retórica nuclear
Vatican News
En lugar de avanzar hacia la paz, el mundo parece ir en la dirección opuesta, con un preocupante desarrollo de armas cada vez más destructivas. Así lo afirmó ayer en Nueva York, el arzobispo Gabriele Caccia, Observador Permanente de la Santa Sede ante las Naciones Unidas, durante la sesión plenaria de alto nivel de la Asamblea General dedicada al Día Internacional contra los Ensayos Nucleares.
«Hace ochenta años», comenzó el representante del Vaticano, «la explosión de la primera arma nuclear introdujo al mundo una fuerza destructiva sin precedentes. Este acontecimiento cambió el curso de la historia y proyectó una larga sombra sobre la humanidad, desencadenando graves consecuencias tanto para la vida humana como para la creación. Las devastadoras consecuencias de este dramático acontecimiento llevaron a la problemática creencia de que la paz y la seguridad podían mantenerse mediante la lógica de la disuasión nuclear, un concepto que sigue desafiando el razonamiento moral y la conciencia internacional».
El prelado recordó que desde la primera prueba nuclear, el 16 de julio de 1945, se han realizado más de dos mil pruebas nucleares en la atmósfera, bajo tierra, en los océanos y en tierra: «Estas acciones han afectado a todos, especialmente a los pueblos indígenas, las mujeres, los niños y los no nacidos. La salud y la dignidad de muchos siguen viéndose comprometidas en silencio y, con demasiada frecuencia, sin ninguna compensación».
Por esta razón, añadió, la Santa Sede nos invita a reflexionar sobre la urgente responsabilidad compartida para garantizar que las terribles experiencias del pasado no se repitan: «Es particularmente preocupante que, frente a esta importante responsabilidad compartida, la respuesta global parezca ir en la dirección opuesta. En lugar de avanzar hacia el desarme y una cultura de paz, asistimos a un resurgimiento de la retórica nuclear agresiva, al desarrollo de armas cada vez más destructivas y a un aumento significativo del gasto militar, a menudo en detrimento de la inversión en el desarrollo humano integral y la promoción del bien común. Es imperativo superar el espíritu de miedo y resignación. Como afirmó recientemente el Papa León XIV: «¡No debemos acostumbrarnos a la guerra! Es más, debemos rechazar como tentación la seducción de armamentos poderosos y sofisticados» (Audiencia General, 18 de junio de 2025).»
La búsqueda de «un mundo libre de armas nucleares», continuó el arzobispo Caccia, «no es solo una cuestión de necesidad estratégica y vital, sino también de una profunda responsabilidad moral. Este compromiso exige un renovado compromiso con el diálogo multilateral y la aplicación decidida de los tratados de desarme, así como un apoyo concreto a las comunidades que siguen sufriendo las consecuencias a largo plazo de los ensayos nucleares y el desarrollo de armas».
«La Santa Sede», concluyó el representante del Vaticano, «reafirma la importancia de la entrada en vigor del Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares, junto con la plena implementación del Sistema Internacional de Vigilancia y sus mecanismos de verificación». También «reitera su apoyo incondicional al Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares», y pide «el continuo fortalecimiento de la norma mundial contra los ensayos nucleares explosivos como paso esencial hacia una paz genuina y duradera».
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