El nuevo Instituto de la Iglesia Malankara sirve a la fe y al mundo
Francesca Merlo – Ciudad del Vaticano
La Iglesia Malankara dio un paso importante en su camino educativo y pastoral con la colocación de la primera piedra del Instituto Teológico Malankara, en una ceremonia encabezada por el arzobispo Paul Richard Gallagher, Secretario de la Santa Sede para las Relaciones con los Estados y las Organizaciones Internacionales de la Santa Sede.
En su discurso ante obispos, sacerdotes, estudiantes y líderes comunitarios reunidos en el Seminario Mayor Malankara de Santa María, en Trivandrum, el arzobispo describió la jornada como “de profunda importancia”, no solo para la Iglesia Malankara, sino también para la misión más amplia de la Iglesia en la región.
Un legado de testimonio vivo
Al reflexionar sobre las profundas raíces de la Iglesia Malankara, Gallagher reconoció el compromiso histórico de esta comunidad con la educación y el servicio. Y recordó que este legado no es solo un patrimonio que se recibe, sino también una responsabilidad que se asume:
“No hemos heredado simplemente su valioso trabajo y ejemplo”, afirmó, “sino que tenemos el deber de ser buenos administradores de lo que se nos ha confiado”.
Un espacio para crecer y dialogar
Sobre el nuevo instituto, el prelado lo describió como un lugar donde la fe y la inteligencia se cultivan en armonía. Lo llamó un “santuario para la reflexión profunda, el estudio riguroso y el crecimiento espiritual transformador”.
Más allá de la excelencia académica, subrayó que el centro debe formar personas que sean “constructores de puentes y servidores de la humanidad”, capaces de llevar el Evangelio a un mundo complejo y dividido.
Una base para el futuro
Mirando hacia adelante, alentó a la Iglesia Malankara a edificar un instituto abierto a todos, con raíces en la justicia y la misericordia. Dijo que el centro debe ser un faro que ilumine caminos, especialmente para los más vulnerables, y que ayude a cada persona a descubrir y realizar su vocación divina.
“Que sea un lugar donde las preguntas sean bienvenidas, donde las diferencias se vean como una oportunidad de crecimiento, y donde la búsqueda del conocimiento esté guiada por la sabiduría del Evangelio”, expresó.
Responsabilidad compartida, esperanza común
En la parte final de su intervención, el arzobispo Gallagher hizo un llamado a todo el pueblo de Dios –clérigos y laicos– para que este proyecto no se construya solo con ladrillos, sino también con compromiso compartido y oración constante.
“La tarea que tenemos por delante es grande, pero también lo es nuestra fe”, concluyó. “Apoyémonos mutuamente con generosidad, ánimo y oración”.
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