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Jubileo de los trabajadores y empresarios Jubileo de los trabajadores y empresarios  (UCID, Unione Cristiana Imprenditori DirigentI)

Jubileo de los trabajadores: Justicia y dignidad son la base de las empresas

El 3 de mayo se celebr¨® en la bas¨ªlica de San Pedro una misa con motivo del Jubileo de los trabajadores y empresarios, que tiene lugar del 1 al 5 de mayo. El vicepresidente de la CEI (Conferencia Episcopal Italiana) subraya la importancia de no sacrificar ?los grandes valores de la justicia y de la distribuci¨®n del salario? en aras del beneficio, sino de hacer empresa seg¨²n los principios de la doctrina social de la Iglesia.

Marina Tomarro - Ciudad del Vaticano

Las empresas de hoy deben «conjugar derechos y deberes» y evitar crear «una economía que mate, que genere residuos, que destruya la dignidad de la persona». Este es el núcleo del mensaje de monseñor Francesco Savino, vicepresidente de la Conferencia Episcopal Italiana y obispo de Cassano all'Ionio, que el sábado 3 de mayo, presidió la misa en la basílica de San Pedro, con ocasión del Jubileo de los trabajadores y empresarios, que se celebra del 1 al 5 de mayo. En la peregrinación de ayer participaron más de 500 miembros de la Unión Cristiana de Empresarios y Directivos (UCID). Ante los micrófonos de los medios vaticanos, monseñor Savino relató cómo vivieron la jornada los participantes y la importancia de promover valores de dignidad, justicia y solidaridad en las empresas de hoy.

¿Cómo vivieron los empresarios y sus colaboradores este Jubileo dedicado a ellos?

En primer lugar, fue una hermosa peregrinación. Hicimos hincapié en que pasar por la Puerta Santa significa estar dispuestos, siempre y en todas partes, a vivir la acogida de Cristo en nuestras vidas. Siendo empresarios y trabajadores de la Unión Cristiana de Empresarios y Directivos (UCID), quise destacar su capacidad y disponibilidad para vivir su fe en la empresa. Es el Evangelio el que debe animar la empresa, haciendo de ella ante todo una experiencia compartida entre empresarios y trabajadores, cada uno con sus derechos y deberes, pero afirmando el principio de los bienes comunes. La empresa debe ser una familia en la que se afirmen los tres principios fundamentales de la doctrina social de la Iglesia: los bienes comunes, el destino universal de los bienes y la subsidiariedad circular y vertical. No hay verdadera solidaridad sin subsidiariedad. También hubo un momento penitencial y la celebración de la Eucaristía.

La misa quería conmemorar la pasión, muerte y resurrección de Cristo, pero también quería ser, para el Jubileo de los trabajadores y empresarios, una celebración de acción de gracias. Subrayé algunos aspectos fundamentales del empresario y del trabajador de hoy. Me he permitido decir que ser empresario es una vocación. He querido reiterar con esa parresía a la que siempre nos recordaba el difunto Papa Francisco, la importancia del trabajo como participación creativa en el proyecto de Dios. Un trabajo, eso sí, que debe ser limpio, bello, solidario, justo. Quise afirmar el principio de legalidad en el trabajo como instrumento para alcanzar la justicia. También añadí que no se puede morir en el trabajo y de ahí la importancia de la cuestión de la seguridad. Luego, de acuerdo con el gran Presidente de la República que tenemos, a quien personalmente debo mi gratitud, los salarios son bajos en comparación con el coste de la vida, por lo que es útil que se replanteen y se ajusten hoy a todo lo que es la inflación y el gasto público.

¿Qué significa ser hoy empresarios que siguen la doctrina social de la Iglesia?

A los empresarios católicos, que se hagan oír, que hablen de frente y con mucha honestidad con la política y las instituciones. Intenten no caer nunca en esa tentación de que sólo se es empresario cuando existe la lógica del beneficio. El beneficio es importante, pero no hay que sacrificar los grandes valores de la justicia y de la distribución del salario. Es posible combinar la empresa, en todas sus expresiones y articulaciones, con los grandes valores de Jesús y de la Iglesia. La vida está hecha de opciones. Para utilizar una expresión muy querida por el Papa Francisco, en este momento debemos organizar claramente una empresa que no puede ceder al caporalato y a ninguna forma de esclavitud. Sobre todo, debe tratar de conjugar derechos y deberes, tanto por parte de los trabajadores como de los empresarios. Quisiera recordar lo que siempre ha dicho el Papa Francisco, que hay una economía que mata, que genera residuos, que destruye la dignidad de la persona. El trabajo también da dignidad a la persona.

El trabajo da dignidad, pero hoy está surgiendo cada vez más el tema del trabajo pobre, es decir, que incluso trabajando la gente no llega a cruzar el umbral de la pobreza. ¿Qué piensa de esta realidad?

Es una paradoja, una contradicción. La gente trabaja pero no llega a fin de mes. Un trabajo es pobre porque, evidentemente, los salarios no se ajustan al coste de la vida. Por eso, nuestro querido Presidente de la República, ha vuelto a decir que hay que repensar y reorganizar los salarios, hay que adecuarlos al coste de la vida. De lo contrario, se abre un gran interrogante, las democracias serán cada vez más frágiles y correrán el riesgo incluso de la autocracia, donde, en la visión del gran Orwell, siempre hay alguien que es más igual o desigual que los demás.

El Papa Francisco en muchos discursos dirigidos precisamente al mundo de los empresarios les ha llamado a ser testigos de esperanza, construyendo nuevas relaciones precisamente dentro del lugar de trabajo...

Soy hijo del testimonio de muchos años del Venerable Don Tonino Bello, que decía que si no queremos que la esperanza sea un anestésico de la conciencia, hay que organizarla. En primer lugar, hay que considerar a los trabajadores como el verdadero recurso de la empresa, y no sólo la economía o las finanzas. Después, la esperanza se organiza a través de la legalidad, que es un instrumento para la justicia. También se materializa cuando se respetan los derechos de los trabajadores, que entonces también están a la altura de sus deberes. El gran Aldo Moro decía que la democracia se basa siempre en este equilibrio entre derechos y deberes. Veo que hay muchos empresarios maravillosos que nunca ceden a la tentación de la maximización del beneficio, sino que respetan a los trabajadores empezando incluso por salarios más justos. Evidentemente hay otros empresarios que todavía tienen que hacer un camino en esta dirección. Por eso también es importante que haya leyes que garanticen todo y a todos, tanto a los trabajadores como a los empresarios. Cicerón decía en «De legibus» que la ley se da por nuestra debilidad. Las leyes, obviamente las correctas, verdaderas y auténticas, deben activarse siempre para hacer crecer la empresa. Si crece la empresa, crece la riqueza para todos, porque no es justo que la riqueza se concentre en manos de unos pocos.

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05 mayo 2025, 11:16