León XIV a los 箩ó惫别苍别蝉: No tengan miedo, donde hay odio, sean brotes de paz
Isabella H. de Carvalho – Ciudad del Vaticano
No tengan miedo, sean brotes de paz allí donde crece la semilla del odio y el resentimiento; sean tejedores de unidad allí donde prevalecen la polarización y la enemistad; sean la voz de quienes no tienen voz para pedir justicia y dignidad; sean luz y sal allí donde se está apagando la llama de la fe y el gusto por la vida. No desistan si alguien no los entiende.
León XIV dirigió un fuerte aliento a los jóvenes de diversas nacionalidades que conforman el Consejo Mediterráneo de la Juventud, reunidos hoy, 5 de septiembre, en el Palacio Apostólico, para que contribuyan concretamente a la paz mundial con sus vidas, desde ahora. Promovido por la Conferencia Episcopal Italiana (CEI), este organismo nació tras las reuniones de Bari en 2020 y Florencia en 2022, que reunieron a obispos y representantes de numerosos países ribereños del Mediterráneo para reflexionar sobre cómo puede y debe ser «un lugar de encuentro, una encrucijada de fraternidad, una cuna de vida y no una tumba para los muertos».
En este sentido, el Papa, hablando tanto en inglés como en italiano, recordó la convicción del venerable Giorgio La Pira —alcalde de Florencia "de santa memoria", inspirador de los encuentros en las capitales de Toscana y Apulia— "de que la paz en la región del Mediterráneo llegaría a ser el comienzo y de algún modo la base de la paz entre todas las naciones del mundo". El Pontífice reafirma la “fuerza” y el “poder profético” de esta visión hoy, “en una época desgarrada por los conflictos y la violencia, en la que la carrera armamentística y la lógica de la opresión prevalecen sobre el derecho internacional y el bien común”.
¡No debemos desanimarnos, no debemos rendirnos! Y ustedes, jóvenes, con sus sueños y su creatividad, pueden dar una contribución fundamental. ¡Ahora, y no mañana! ¡Porque ustedes son el presente de la esperanza!
Una generación que actúa por un futuro mejor
En su discurso, León XIV enfatizó cómo la paz "está sobre la mesa de los líderes de las naciones, es objeto de debates globales y, lamentablemente, a menudo se reduce a eslóganes". En cambio, insistió el Papa, debemos "cultivar la paz" en los corazones, las relaciones y los gestos cotidianos, siendo "motores de reconciliación" en el hogar, en las comunidades, en el trabajo y en los lugares de estudio, y también "en la Iglesia y entre las Iglesias".
Por esta razón, enfatizó cómo el Consejo Mediterráneo de la Juventud es "una obra-signo". Una obra porque refleja la misión encomendada por su predecesor, el Papa Francisco, a las Iglesias mediterráneas en Bari en 2020 para infundir paz, esperanza y fraternidad en esta región. Y una señal porque este organismo representa una juventud activa en la construcción de un mundo diferente.
El signo, queridos amigos, son ustedes: signo de una generación que no acepta acríticamente lo que sucede, que no mira para otro lado, que no espera a que sea otro quien dé el primer paso; signo de una juventud que imagina un futuro mejor y que ha decidido comprometerse para construirlo; signo de un mundo que no se rinde ante la indiferencia y la costumbre, sino que se compromete y trabaja para transformar el mal en bien.
El papel de las religiones en la promoción de la paz
El Pontífice reconoce que ser "constructores de paz" —en referencia al Sermón de la Montaña del Evangelio de Mateo— "no es una decisión fácil". "Nos saca de la comodidad de la distracción y la indiferencia, y puede encontrar oposición por parte de quienes buscan perpetuar los conflictos", continúa. Pero insta a los jóvenes a seguir "sigan siendo signos de esperanza, esa esperanza que no defrauda, que está arraigada en el amor de Cristo", viviendo como "sus testigos" que proclaman el Evangelio, "precisamente alrededor de ese mar desde cuyas orillas partieron los primeros discípulos". "El horizonte del creyente no es el de los muros y las alambradas, sino el de la aceptación mutua", enfatiza, añadiendo que "el patrimonio espiritual de las grandes tradiciones religiosas nacidas en el Mediterráneo" puede seguir siendo un "fermento vivo" y una fuente de paz, fraternidad y cuidado de la creación en esta región.
Esas mismas religiones han sido y a veces siguen siendo instrumentalizadas para justificar la violencia y la lucha armada. Debemos desmentir con nuestra vida estas formas de blasfemia, que oscurecen el Santo Nombre de Dios. Por eso, junto con la acción, cultiven la oración y la espiritualidad como fuentes de paz y lenguajes de encuentro entre tradiciones y culturas.
El otro es siempre un hermano y nunca un enemigo.
Finalmente, el Papa agradece a los jóvenes del Consejo su labor. Aunque comparten lenguas y culturas diferentes, les une un único gran deseo: la coexistencia pacífica de los pueblos, especialmente de los que viven en el Mediterráneo. "Se entregan en cuerpo y alma a este deseo, con su compromiso y numerosos proyectos", afirma León XIV, "tanto en las zonas que ocupan sus comunidades como a nivel europeo, en diálogo con las instituciones eclesiales y políticas". Concluye instando a los jóvenes a no desanimarse ante los desafíos, recordando cómo san Carlos de Foucauld "decía que Dios se sirve también de los vientos contrarios para llevarnos a buen puerto".
Ustedes son una demostración de que el diálogo es posible, de que las diferencias son fuente de riqueza y no motivo de oposición, de que el otro es siempre un hermano y nunca un extraño o, peor aún, un enemigo.
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