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Los 箩ó惫别苍别蝉 en Roma para la vigilia de oración en Tor Vergata, observados por San Juan Pablo II a su llegada en helicóptero (19-08-2000) Los 箩ó惫别苍别蝉 en Roma para la vigilia de oración en Tor Vergata, observados por San Juan Pablo II a su llegada en helicóptero (19-08-2000) 

Las voces de los 箩ó惫别苍别蝉 en el corazón de los Papas

Con motivo del Jubileo de los 箩ó惫别苍别蝉, que se celebrará en Roma del 28 de julio al 3 de agosto, repasamos, a partir del A?o Santo de 1950, algunas reflexiones de los Pontífices, durante el tiempo jubilar, sobre las nuevas generaciones: sue?os, inquietudes y esperanzas a la luz del Evangelio.

Amedeo Lomonaco - Ciudad del Vaticano

Celebraciones, encuentros y momentos festivos en los que resuenan voces y esperanzas en múltiples idiomas y procedentes de todas partes del mundo. El Jubileo de los jóvenes, programado en Roma del 28 de julio al 3 de agosto, es también una oportunidad extraordinaria para peregrinar a las Puertas Santas, recibir la indulgencia jubilar al acercarse al sacramento de la reconciliación y encontrarse con el Papa León XIV en la Vigilia de oración del sábado 2 de agosto y en la Misa del domingo 3 de agosto en Tor Vergata. Un evento en el que la fe abraza las dudas, las esperanzas, las inquietudes y los sueños de quienes están llamados a vislumbrar y construir el futuro. Durante el Año Santo, las voces de los papas se entrelazan a menudo con las de las nuevas generaciones. Al observar el magisterio pontificio, se encuentran múltiples ideas y reflexiones, siempre actuales, que trascienden su contexto histórico. Centrándonos en la historia reciente y en los jubileos vividos por los pontífices, el Año Santo tras la Segunda Guerra Mundial es para los jóvenes un momento en el que pueden mirar al horizonte con nuevos ojos, a pesar de la oscuridad que ha envuelto al mundo.

El coraje de los jóvenes

El Jubileo de 1950 es una extraordinaria luz de esperanza tras la inmensa devastación de la Segunda Guerra Mundial. Para garantizar la acogida de millones de peregrinos, se entrega un pasaporte especial válido en el territorio italiano: la «Carta del Peregrino». A Roma llegan tres millones de fieles y durante el Año Santo se organizan numerosos encuentros dedicados, en particular, a los jóvenes. En un mundo aún marcado por las lacerantes heridas del conflicto, las reflexiones y los discursos de Pío XII giran principalmente en torno a la palabra paz. Para el Papa Pacelli, la participación de los jóvenes en la vida pública es crucial para que la semilla del bien común eche raíces en la sociedad. En el , el Papa subraya que las nuevas generaciones necesitan ejemplos ilustrados: se necesitan gobernantes que no limiten sus puntos de vista, sino que sepan ampliar sus horizontes por el bien de todos.

Los pueblos solo pueden esperar la paz interna de hombres, gobernantes o gobernados, líderes o secuaces que, en la defensa de sus intereses particulares y sus propias opiniones, no se obstinan ni se empequeñecen en sus puntos de vista, sino que saben ampliar sus horizontes y elevar sus miras por el bien de todos. Si en no pocos países se lamenta una deplorable falta de participación de las generaciones jóvenes en la vida pública, ¿no es acaso la causa también que se les ha ofrecido muy poco o muy raramente el brillante y fascinante ejemplo de hombres como los que acabamos de describir?

Incluso en tiempos difíciles, atormentados por las miserias de la guerra, los jóvenes demostraron su valentía. El Papa Pío XII lo recuerda , la Asociación de Guías Italianas, con motivo de su peregrinación a Roma.

Ante nuestros ojos, por así decirlo, uds. han sembrado esta semilla con valentía. Ante nuestros ojos, cuando en la Roma ocupada no se permitían ceremonias públicas, uds. pronunciaron su primera «Promesa» en los recintos sagrados del Cementerio de Priscila. El espíritu de las catacumbas y la conciencia del presente, del hoy, se fusionaron entonces en sus jóvenes almas en una unión indisoluble y fructífera, bajo la mirada de la Madre de Dios y la protección de San Jorge, el Caballero santo... A la juventud de hoy le corresponderá la dirección y la responsabilidad del mañana. Vivan si hoy en la presencia continua e ininterrumpida de Dios. Solo asícontribuirán a que surja para la Iglesia, para la Patria, para sus hermanos y hermanas, para ustedes mismos, un futuro en el que el demonio del odio y la discordia, de la impureza y de la mentira, tenga que ceder el paso al ángel de la verdad y la paz.

Encuentro de Pío XII con los jóvenes de Acción Católica
Encuentro de Pío XII con los jóvenes de Acción Católica

Firmes en la fe

El Jubileo de 1975 es el Año Santo de la renovación y la reconciliación, el vigésimo quinto Jubileo en la historia de la Iglesia, convocado por el Papa Pablo VI diez años después de la conclusión del Concilio Vaticano II. El . El Pontífice exhorta, especialmente a los jóvenes, a permanecer firmes en la fe. Este don, subraya el Papa, «no se agota en una adhesión puramente exterior y pasiva, sino que requiere un esfuerzo continuo de profundización y maduración».

Les repetiremos, pues, la advertencia de San Pedro Apóstol: «Sean firmes en la fe» (1 Pe 5, 9). No se puede ser débil. Este es el recuerdo especial que queremos dejarles en este Jubileo de 1975. Es una invitación que proponemos a todos, pero de manera especial a los jóvenes —y hay muchos aquí presentes entre ustedes— porque es en los jóvenes, en su generosidad y en sus frescas energías, donde se fundamenta el futuro de la Iglesia y de la sociedad.

El Jubileo quiere ser ante todo un despertar interior, una búsqueda de uno mismo. Para las nuevas generaciones se trata, ante todo, de ser conscientes de su propia identidad. En la homilía durante la misa del , el Papa Pablo VI pide a los jóvenes que no se queden al margen, que sean portadores de la alegría cristiana: «Están aquí como típicos representantes de nuestro tiempo, como protagonistas de su generación; no tanto como espectadores, invitados y asistentes pasivos, sino como actores y factores del fenómeno característico de su juventud». El Jubileo de 1975 es un momento marcado por una creciente inquietud juvenil. Un período, como aquel actual, en el que se siente la urgencia de un llamamiento a la conciencia interior, a la fe.

¿Quieren también ustedes, jóvenes de este crítico momento histórico y espiritual, como los del día de Ramos en Jerusalén, reconocer a Jesús como el Mesías, como el Cristo Señor, centro y eje de su vida? ¿Quieren realmente ponerlo en la cima de su fe y de su alegría? Se trata de salir de ese estado de duda, de incertidumbre, de ambigüedad, en el que se encuentra y se agita a menudo gran parte de la juventud contemporánea. Se trata de superar la fase de crisis espiritual, característica de la adolescencia que pasa a la juventud, y luego de la juventud a la madurez; crisis de ideas, crisis de fe, crisis de orientación moral, crisis de seguridad sobre el significado y el valor de la vida. Cuántos jóvenes crecen con los ojos cerrados, o al menos miopes, respecto a la dirección espiritual y social de su camino hacia el futuro; la frescura de las fuerzas juveniles y los estímulos de los instintos vitales imprimen, sí, una energía a su libre movimiento, una vivacidad a sus comportamientos; pero ¿saben adónde van, dónde vale la pena comprometer su existencia?

Pablo VI inaugura el Jubileo de 1975 (Archivo histórico de la Fábrica de San Pedro)
Pablo VI inaugura el Jubileo de 1975 (Archivo histórico de la Fábrica de San Pedro)

Voces proféticas

La celebración con los jóvenes el fue, según L'Osservatore Romano, «la más significativa y solemne de todo el Jubileo» de la Redención. Dirigiéndose en la plaza de San Pedro a más de 30 000 jóvenes procedentes de 45 países, el Papa Juan Pablo II reafirma la originalidad del mensaje cristiano: tener a Jesús como modelo de vida significa encarnar, en la vida cotidiana, el proyecto que Dios tiene para cada hombre. Para el Papa Wojty?a, los jóvenes «tienen una especie de función profética»:

Ustedes pueden desarrollar una acción de denuncia contra los males actuales hablando ante todo contra esa difundida «cultura de la muerte» que, al menos en ciertos contextos étnico-sociales (por suerte, no en todas partes), se revela como una peligrosa pendiente resbaladiza y de ruina. Reaccionar ante tal cultura es su derecho-deber: ustedes deben apreciar siempre la vida y esforzarse de hacer apreciar la vida, rechazando aquellas violaciones sistemáticas que comienzan con la supresión del niño por nacer, se desarrollan con las innumerables violencias de las guerras, llegan a la exclusión de los discapacitados y los ancianos, para desembocar en la solución final de la eutanasia.

En el año 2000, Año del Gran Jubileo, . Fue el punto culminante de la XV Jornada Mundial de la Juventud. «El futuro es realidad», titulaba L'Osservatore Romano. El futuro, se lee en la primera página del diario de la Santa Sede en la edición del 20 de agosto, «tiene el rostro limpio y la mirada radiante» de los jóvenes que «se pusieron en marcha en las primeras horas del sábado 19 de agosto, cuando aún era de noche». El Pontífice, en esa vigilia inolvidable, recuerda las sombras que, como hoy, sacuden varias regiones de la tierra.

Así mismo, pienso en el que trabaja por la paz y ve nacer y estallar nuevos focos de guerra en diversas partes del mundo; también en quien actúa en favor de la libertad del hombre y lo ve aún esclavo de sí mismo y de los demás; pienso en el que lucha por el amor y el respeto a la vida humana y ha de asistir frecuentemente a atentados contra la misma y contra el respeto que se le debe. Queridos jóvenes, ¿es difícil creer en un mundo así? En el año 2000, ¿es difícil creer? Sí, es difícil. No hay que ocultarlo. Es difícil, pero con la ayuda de la gracia es posible, como Jesús dijo a Pedro: “No te ha revelado esto la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos” (Mt 16,17). Esta tarde os entregaré el Evangelio. Es el regalo que el Papa les deja en esta vigilia inolvidable.

Amar es donar

Es difícil creer y también es difícil amar. El Jubileo de la Misericordia, que comenzó el 8 de diciembre de 2015, es para todos, pequeños y grandes, un tiempo de gracia, de paz y de conversión. Con motivo del , el Papa Francisco recuerda en particular «una tarea cotidiana: aprender a amar».

Vigilia de oración en Tor Vergata (19 de agosto de 2000)
Vigilia de oración en Tor Vergata (19 de agosto de 2000)

Amar es el camino para ser felices

Ante todo, amar es bello, es el camino para ser felices. Pero no es fácil, es desafiante, supone esfuerzo. Por ejemplo, pensemos cuando recibimos un regalo: nos hace felices, pero para preparar ese regalo las personas generosas han dedicado tiempo y dedicación y, de ese modo, regalándonos algo, nos han dado también algo de ellas mismas, algo de lo que han sabido privarse. Pensemos también al regalo que vuestros padres y animadores os han hecho, al dejaros venir a Roma para este Jubileo dedicado a vosotros. Han programado, organizado, preparado todo para vosotros, y esto les daba alegría, aun cuando hayan renunciado a un viaje para ellos. Esto es amor concreto. En efecto, amar quiere decir dar, no sólo algo material, sino algo de uno mismo: el tiempo personal, la propia amistad, las capacidades personales.

Durante el Jubileo de la Misericordia, uno de los eventos centrales es la Jornada Mundial de la Juventud, que se celebra en Polonia. «Queridos jóvenes —afirma el Papa Francisco durante la — han venido a Cracovia para encontrarse con Jesús».

Queridos jóvenes, no se avergüencen de llevarle todo, especialmente las debilidades, las dificultades y los pecados, en la confesión: Él sabrá sorprenderlos con su perdón y su paz. No tengan miedo de decirle «sí» con toda la fuerza del corazón, de responder con generosidad, de seguirlo. No se dejen anestesiar el alma, sino aspiren a la meta del amor hermoso, que exige también renuncia, y un «no» fuerte al doping del éxito a cualquier precio y a la droga de pensar sólo en sí mismo y en la propia comodidad.

La JMJ en Polonia (foto de archivo)
La JMJ en Polonia (foto de archivo)

Encontrar a Jesús. Esta es la invitación que los Papas renuevan con fuerza, no solo a los jóvenes, especialmente durante el tiempo del Jubileo. En este encuentro con el Hijo de Dios, el hombre puede realmente vivir con júbilo, experimentar la alegría plena. También el abrazo de León XIV a las nuevas generaciones, con motivo del evento jubilar celebrado en Roma del 28 de julio al 3 de agosto, está marcado por este plano tridimensional en el que se armonizan la voz del Papa, la de los jóvenes y la mirada del Padre.

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28 julio 2025, 14:50