El Papa llama a formar discípulos y misioneros felices, arraigados en Cristo
Patricia Ynestroza - Ciudad del Vaticano
El Papa León XIV se dirigió este 25 de julio a los 100 participantes del curso para formadores promovido por el Ateneo Pontificio Regina Apostolorum y a los 30 participantes en el Capítulo General de los Hermanos Javerianos. El Santo Padre les propuso construir una Iglesia de discípulos y misioneros felices, fundamentada en una formación integral, relacional y profundamente evangélica.
El Papa se ha encontrado con ambos grupos que representan dos realidades distintas, pero unidas —como expresó el Papa— por un mismo hilo: el dinamismo de la misión y los desafíos de la evangelización en el mundo de hoy.
Una formación que transforma
El Pontífice subrayó que la formación no puede reducirse a la adquisición de conocimientos teóricos o habilidades funcionales. “Esta llamada —dijo— exige de todos, ministros ordenados y fieles laicos, una formación sólida e integral, que transforme nuestra humanidad y espiritualidad, para que asuman la forma del Evangelio.”
Inspirado por la carta a los Filipenses, el Papa animó a todos a dejar que en ellos habiten “los mismos sentimientos que tuvo Cristo Jesús” (Flp 2,5), haciendo del Evangelio no un discurso externo, sino un principio vivo que moldea el corazón, las relaciones y el estilo de vida de cada discípulo y misionero.
Recientemente, el Dicasterio para el Clero promovió un encuentro internacional dedicado a los presbíteros sobre el tema: “Sacerdotes felices”. Al respecto, el Pontífice les dijo que "todos debemos ser contagiados por la alegría del Evangelio y, por tanto, se puede hablar de cristianos felices, discípulos felices y misioneros felices". En una imagen que recuerda la parábola evangélica del hombre prudente que construye sobre roca (cf. Mt 7,24-25), León XIV ofreció tres pilares para una formación auténtica y duradera: La amistad con Cristo, la fraternidad afectiva y efectiva y la corresponsabilidad misionera de todos los bautizados.
Amistad con Cristo: fuente de toda vocación
“Este es el fundamento de la casa”, afirmó el Pontífice, “que debe estar en el centro de toda vocación y misión apostólica.” El Papa recordó que ningún proceso formativo puede dar frutos sin una experiencia personal de haber sido mirado, amado y elegido por Cristo gratuitamente. Esa relación íntima con el Maestro es lo que luego se transmite en la misión, no como teoría sino como testimonio vivo.
"Recordando la Evangelii nuntiandi durante una audiencia general del Papa Francisco, León XIV destacó que evangelizar no es simplemente comunicar doctrina, sino encarnar a Cristo: “No es transmitir una ideología o una doctrina sobre Dios —citó—. Es transmitir a Dios que se hace vida en mí”. Por eso, tanto los formadores como los misioneros deben verse a sí mismos como personas en constante conversión, dispuestos a mirar con valentía sus heridas, sombras y máscaras. “Solo así —afirmó— podremos dejarnos transformar por el Evangelio y convertirnos en auténticos discípulos misioneros.”
Fraternidad real: venciendo el individualismo
El segundo pilar propuesto fue la vivencia concreta de la fraternidad, para ello, recordó otro momento del Papa Francisco cuando se dirigió a los participantes en el Simposio “Por una teología fundamental del sacerdocio, en el 2022. Se refirió sobre las “cuatro cercanías” del sacerdote —con Dios, con el obispo, entre presbíteros y con el pueblo—, León XIV insistió en que es necesario construir relaciones humanas y espirituales verdaderamente fraternas.
Misión compartida: redescubrir la fuerza del Bautismo
En los primeros tiempos de la Iglesia, afirmó, todos los fieles se sentían naturalmente discípulos misioneros. Hoy se hace urgente recuperar esa participación activa de todos los bautizados en la evangelización. El Papa León XIV subraya que el ministerio ordenado debe estar al servicio de esta misión compartida, sin actitudes de superioridad. Por eso, la formación sacerdotal debe fomentar la colaboración con laicos y consagrados, valorando los dones del Bautismo y promoviendo el compromiso conjunto en la vida eclesial y social.
"En las tierras donde ustedes, hermanos Javerianos, llevan adelante la misión, ciertamente habrán experimentado cuán importante es trabajar junto a las hermanas y hermanos de esas comunidades cristianas; al mismo tiempo, a los formadores quisiera decirles que es necesario formar a los presbíteros para esto, para no pensarse como líderes solitarios, para no asumir el sacerdocio ordenado desde una perspectiva de superioridad.
El tercer aspecto abordado por León XIV toca uno de los núcleos de su visión pastoral: el protagonismo de todos los bautizados en la vida y misión de la Iglesia. Recuperando la praxis de los primeros siglos cristianos, el Papa recordó que todos los fieles eran considerados naturalmente discípulos misioneros.
La formación sacerdotal, según el Papa, debe estar profundamente arraigada en la vida del Pueblo de Dios y enriquecida por el aporte de laicos, religiosos, hombres y mujeres. “Necesitamos —concluyó— una Iglesia donde todos se sientan responsables de la misión.”
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