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Arte que consuela

Ser morada de Dios

Cincuenta d¨ªas despu¨¦s de Pascua, la Iglesia celebra la solemnidad de Pentecost¨¦s, en la que se conmemora el descenso del Esp¨ªritu Santo sobre los ap¨®stoles. El acontecimiento est¨¢ maravillosamente descrito en una xilograf¨ªa de Gustave Dor¨¨ conservada en la Biblioteca Vaticana. ?El don del Esp¨ªritu Santo -dijo el Papa Le¨®n XIV- nos hace experimentar la presencia y la cercan¨ªa de Dios, convirti¨¦ndonos en su morada?.

Paolo Ondarza - Ciudad del Vaticano

"Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en el mismo lugar. De repente vino del cielo un ruido, como el de una violenta ráfaga de viento, que llenó toda la casa donde estaban, y aparecieron unas lenguas como de fuego que se repartieron y fueron posándose sobre cada uno de ellos. Todos quedaron llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les concedía que se expresaran". Así describen los Hechos de los Apóstoles (Hch 2,1-4) el descenso del Espíritu Santo sobre los Doce. Celebrado cincuenta días después de Pascua, el acontecimiento de Pentecostés, término derivado del griego que significa quincuagésimo día, ha sido fuente de inspiración para artistas de diversas épocas históricas. En la iconografía tradicional, el Hijo de Dios nunca aparece. Los rayos o lenguas de fuego proceden generalmente de una paloma, símbolo del Espíritu Santo. Y se dirigen hacia los apóstoles reunidos en torno a la Virgen, cuya presencia, sin embargo, no se menciona explícitamente en la escena descrita en los Hechos.

En comunión

Con Pentecostés comienza la misión de la Iglesia, que con la fuerza del Espíritu Santo, vigorizada por el amor de Dios presente en el corazón de cada hombre, puede ir por el mundo y anunciar el Evangelio de la Resurrección de Cristo. Si la presunción de construir la Torre de Babel había llevado a los hombres a no entenderse, el día de Pentecostés los pueblos de lenguas y naciones diferentes son capaces de entenderse, de vivir en comunión con Dios y entre sí.

 Paul Jonnard-Pacel de Gustave Doré, [Pentecostés], xilografía, en Gustave Doré, [La Biblia], Deventer 1887. BAV, Grabados II.337, cuadro 41.
Paul Jonnard-Pacel de Gustave Doré, [Pentecostés], xilografía, en Gustave Doré, [La Biblia], Deventer 1887. BAV, Grabados II.337, cuadro 41.   (© Biblioteca Apostolica Vaticana)

Especialmente significativa es una xilografía extraordinaria, conservada entre los grabados de la Biblioteca Vaticana: está dibujada por el célebre Gustave Doré y grabada por Paul Jonnard-Pacel, uno de sus colaboradores. Los Apóstoles y la Virgen María, aquí representados en primer plano a la izquierda y no en el centro de la escena -como es habitual-, están reunidos en el Cenáculo de Jerusalén que recuerda la arquitectura del fondo. Sobre ellos se cierne la paloma, símbolo del Espíritu Santo, que deja caer sobre cada uno una lluvia de llamas o lenguas de fuego que les confiere la capacidad de hablar en lenguas.

Paul Jonnard-Pacel de Gustave Doré, [El Pentecostés], xilografía, (detalle)
Paul Jonnard-Pacel de Gustave Doré, [El Pentecostés], xilografía, (detalle)   (© Biblioteca Apostolica Vaticana)

Renombrado ilustrador, dibujante y grabador francés del siglo XIX, Dorè es conocido sobre todo por sus imágenes de la Divina Comedia de Dante. Apreciado artista de temas religiosos, también es famoso por la edición ilustrada de la Santa Biblia, que ejerció una gran influencia en el arte religioso del siglo XIX.

 Paul Jonnard-Pacel de Gustave Doré, [El Pentecostés], xilografía, (detalle)
Paul Jonnard-Pacel de Gustave Doré, [El Pentecostés], xilografía, (detalle)   (© Biblioteca Apostolica Vaticana)

 

El don del Espíritu Santo

A los Apóstoles que, en vísperas de la muerte del Maestro, están turbados y angustiados y se preguntan cómo podrán ser continuadores y testigos del Reino de Dios -dijo el Papa León XIV- Jesús les anuncia el don del Espíritu Santo, con esta maravillosa promesa: Si al guien me ama, guardará mis palabras, y mi Padre lo amará. En ton ces vendremos a él para poner nuestra morada en él. (...) el don del Espíritu Santo, quien nos toma de la mano y nos hace experimentar, incluso en la vida cotidiana, la presencia y la cercanía de Dios, convirtiéndonos en morada suya¡¯".

Las palabras de León XIV

¡°A los Apóstoles que, en la víspera de la muerte del Maestro, se encontraban desconcertados y afligidos, preguntándose cómo podrían ser continuadores y testigos del Reino de Dios, Jesús les anuncia el don del Espíritu Santo, con esta promesa maravillosa: «El que me ama será fiel a mi palabra, y mi Padre lo amará; iremos a él y habitaremos en él» (v. 23). De este modo, Jesús libera a los discípulos de toda angustia y preocupación y puede decirles: «¡No se inquieten ni teman!» (v. 27). Si permanecemos en su amor, en efecto, Él mismo hace morada en nosotros, nuestra vida se convierte en templo de Dios, ese amor nos ilumina y va entrando en nuestra forma de pensar y en nuestras decisiones, hasta alcanzar también a los demás, iluminando todos los ámbitos de nuestra existencia. í, hermanos y hermanas, este morar de Dios en nosotros es precisamente el don del Espíritu Santo, quien nos toma de la mano y nos hace experimentar, incluso en la vida cotidiana, la presencia y la cercanía de Dios, convirtiéndonos en morada suya.¡±

(León XIV - Regina Caeli del domingo 25 de mayo de 2025)

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10 junio 2025, 09:39