Leone XIV: Caminemos en la alegría de la fe, para ser templo santo del Se?or
Cecilia Mutual - Vatican News
El don del Espíritu Santo, nos hace experimentar, incluso en la vida cotidiana, la presencia y la cercanía de Dios, haciéndonos morada suya. Lo recordó el Papa León XIV en su reflexión previa a la oración del Regina Coeli, este último domingo de mayo.
Asomado por primera vez desde su elección como Pontífice, desde la ventana del Palacio Apostólico, el Santo Padre reflexionó sobre la lectura propuesta por la liturgia del día, que describe la despedida de Jesús de sus discípulos el día antes de su muerte y el anuncio del don del Espíritu Santo.
Después de saludar a los numerosos fieles congregados en una soleada plaza de San Pedro, el Papa, al inicio de su alocución, les agradeció por el afecto que le han demostrado en estos primeros días de pontificado, pidiéndoles que continúen apoyándole con la oración y la cercanía.
Confiar en la misericordia del Señor
“En todo aquello a lo que el Señor nos llama, tanto en el camino de la vida como en el de la fe, a veces nos sentimos insuficientes”, afirmó el Papa León. “Sin embargo – notó – justamente el Evangelio de este domingo nos dice que no debemos fijarnos en nuestras fuerzas, sino en la misericordia del Señor que nos ha elegido, seguros de que el Espíritu Santo nos guía y nos enseña todo".
El Santo Padre recordó a continuación que los Apóstoles, en la víspera de la muerte del Maestro, se encontraban turbados y angustiados, y se preguntaban cómo podrían ser continuadores y testigos del Reino de Dios. Y Jesús, con el don del Espíritu Santo, los libera de toda angustia y preocupación.
“Este morar de Dios en nosotros – continuó el Papa – es precisamente el don del Espíritu Santo, que nos toma de la mano y nos hace experimentar, incluso en la vida cotidiana, la presencia y la cercanía de Dios, haciéndonos morada suya”.
El Señor no se avergüenza de mi humanidad, habita en mí
Es hermoso – añadió – que, al mirar nuestro llamado, las realidades y personas que nos han sido confiadas, los compromisos que llevamos adelante y nuestro servicio en la Iglesia, cada uno de nosotros pueda decir con confianza: aunque soy frágil, el Señor no se avergüenza de mi humanidad, al contrario, viene a habitar dentro de mí.
Ser cristianos atentos y compasivos
Sobre el fundamento de esta promesa, León XIV invitó a caminar “en la alegría de la fe, para ser templo santo del Señor”.
Finalmente, invitó a todos a encomendarse a la intercesión de María Santísima, que “por obra del Espíritu, se convirtió en la ‘Morada consagrada a Dios’. Junto con ella, también nosotros podemos experimentar la alegría de acoger al Señor y ser signo e instrumento de su amor”.
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