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Patricia Ynestroza-Ciudad del Vaticano

Era el sínodo sobre la sinodalidad, realizado en octubre del año pasado. Vatican News entrevistó al entonces cardenal Robert Prevost, prefecto del Dicasterio para los Obispos,  quien sobre el tema destacó que este proceso representa una gran invitación a la conversión personal y comunitaria dentro de la Iglesia. Subrayó que el Sínodo, más allá de ser una simple reunión, es una experiencia profunda de escucha, diálogo y discernimiento que busca reflejar la verdadera esencia del caminar juntos, es decir, de ser una Iglesia sinodal.

Prevost compartió su experiencia personal con el proceso sinodal desde su inicio en 2021, primero como obispo en Perú y ahora como prefecto del Dicasterio, y afirmó que esta vivencia ha sido una gran riqueza por la diversidad de voces, contextos y realidades que ha podido conocer. Según él, este proceso ha despertado en muchos una conciencia renovada sobre la importancia de escuchar, dialogar y construir una Iglesia más fraterna y fiel al mensaje de Jesucristo.

El obispo debe estar cercano al pueblo

En relación con el papel de los obispos, uno de los temas centrales de la Asamblea sinodal, Prevost recordó que su misión fundamental es la de servir. Destacó que el obispo debe estar cercano al pueblo, atento a sus necesidades y dispuesto a guiar con amor, a veces liderando desde el frente, caminando junto al pueblo, y otras veces empujando desde atrás. Mencionó la imagen del báculo pastoral, símbolo del obispo, que representa esta tarea de acompañar, corregir y cuidar al rebaño. Según él, un obispo debe estar comprometido con el sufrimiento de las personas y decidido a compartir la fe y anunciar a Cristo con esperanza y cercanía.

El cardenal también habló del papel de las Conferencias Episcopales, señalando que, aunque sus formas y estructuras varían mucho de un país a otro, todas están llamadas a adoptar un estilo sinodal. Algunas ya han comenzado a usar métodos como la “conversación en el Espíritu” para fomentar una mayor comunión y diálogo entre los obispos, lo que contribuye a fortalecer la fraternidad episcopal y a prestar un mejor servicio a sus comunidades.

Finalmente, Prevost subrayó que el Sínodo es una herramienta que puede ayudar a la Iglesia a superar las polarizaciones, tanto internas como externas. Dijo que aunque la polarización es una realidad presente en muchas sociedades y no causada directamente por la Iglesia, ésta tiene el deber y la oportunidad de ser ejemplo de diálogo, apertura y búsqueda del bien común. En este sentido, el Sínodo representa una invitación a que la Iglesia y sus fieles promuevan espacios de encuentro, escucha y entendimiento mutuo, siguiendo el mensaje del Evangelio y trabajando por la unidad y la paz en medio de un mundo dividido.