Condolencias desde Gaza: la voz de paz del Papa Francisco no debe apagarse
Roberto Cetera y Benedetta Capelli - Ciudad del Vaticano
Un padre que siguió a sus hijos en dificultad durante 19 meses. Así se puede pensar en la cercanía del Papa Francisco a la Iglesia de la Sagrada Familia en Gaza, consolada casi cada noche por su voz, que no le faltó ni siquiera durante la larga hospitalización en el Hospital Gemelli, interesándose por cómo estaban, cuánto habían comido, llevando en el corazón a los niños, víctimas inocentes del conflicto entre Israel y Hamás. Llamadas telefónicas que siempre terminaban con una invitación a la oración, el lugar de aterrizaje más seguro en un clima de guerra.
Para el Papa una oración de unidad
Tras el anuncio del fallecimiento del Papa, los medios de comunicación vaticanos recogieron la voz del padre Gabriel Romanelli, párroco de los latinos en Gaza. «Nosotros, de la parroquia de la Sagrada Familia, estábamos visitando la iglesia griega ortodoxa de San Porfirio para saludar al obispo griego Alexios y al párroco, ya que este año hemos celebrado juntos la Santa Pascua. Inmediatamente nos reunimos allí en oración'. Una oración común que se eleva desde los cielos de Gaza, quizá el regalo más bienvenido para el Papa Francisco.
Sus llamamientos no caen en saco roto
«En el recinto de nuestra parroquia -añade el padre Romanelli- seguimos rezando por el Papa Francisco y alabando a Dios por el gran don que nos ha hecho de su persona.El Papa Francisco es un pastor que ama, sigue, como todos sabemos, a esta pequeña comunidad nuestra, rezando y trabajando por la paz.Esperemos que los llamamientos que ha hecho, y también el último que ha tenido la fuerza de hacer hace pocas horas, sean atendidos: que cesen las bombas, que termine esta guerra, que sean liberados los rehenes y prisioneros, y que la ayuda humanitaria a la población pueda reanudarse y llegar de manera coherente».
La última llamada
«El Papa nos llamó por última vez el sábado por la noche, justo antes de empezar la Vigilia Pascual, mientras rezábamos el Rosario. Nos dijo que rezaba por nosotros, nos bendijo y nos agradeció nuestras oraciones en su favor. Pidamos al Señor -concluye el padre Romanelli- que le conceda el descanso eterno, y recemos para que los hombres y mujeres de buena voluntad del mundo acojan sus continuas y apremiantes peticiones de paz en Gaza y en el mundo».
Gracias por haber leído este artículo. Si desea mantenerse actualizado, suscríbase al boletín pulsando aquí