Francisco: urge una civilizaci¨®n del Amor
¡°La vocación de la Iglesia es evangelizar; la alegría de la Iglesia es evangelizar¡±: el Papa Francisco lo subraya a los participantes en el Simposio sobre la figura del Cardenal Suenens, organizado por la Asociación Fiat, recibidos en el Vaticano este 23 de abril. A ellos recuerda que hoy, más que nunca, en este mundo secularizado, estamos interpelados a ser una Iglesia en salida: ¡°necesitamos discípulos convencidos en su profesión de fe y capaces de transmitir la llama de la esperanza a los hombres y mujeres de este tiempo¡± afirma.
Urge una civilización del Amor
Sucede que ¡°las tragedias que estamos viviendo en este momento, en particular la guerra en Ucrania¡±, ¡°nos recuerdan la necesidad urgente de una civilización del amor¡±, porque ¡°en la mirada de nuestros hermanos y hermanas, víctimas de los horrores de la guerra, leemos la necesidad profunda y apremiante de una vida marcada por la dignidad, la paz y el amor¡±:
Como la Virgen María, debemos cultivar continuamente el espíritu misionero para hacernos cercanos a los que sufren, abriéndoles nuestro corazón. Debemos caminar con ellos, luchar con ellos por su dignidad humana y difundir el perfume del amor de Dios por todas partes.
No tener miedo a las crisis
Aunque nuestra casa común está ¡°sacudida por múltiples crisis¡± el Santo Padre alienta a ¡°no tener miedo a las crisis¡±, porque ellas ¡°nos purifican, nos hacen salir mejor¡±. Resulta necesario, eso sí, ¡°construir una humanidad, una sociedad de relaciones fraternas y llenas de vida¡±, porque ¡°el amor al otro por ser quien es, nos mueve a buscar lo mejor para su vida¡±.
Sólo en el cultivo de esta forma de relacionarnos haremos posibles la amistad social que no excluye a nadie y la fraternidad abierta a todos.
Dar testimonio de la ternura y la bondad de Dios
Por eso el Papa Francisco invita a los miembros de la asociación ser testigos de la misericordia, la ternura y la bondad de Dios y los exhorta a dar, con sus palabras, acciones y testimonio, ¡°un fuerte mensaje a nuestro mundo, tan pobre en humanidad¡±.
Que, a través de la oración y de la propia misión, - concluye- puedan tomar de la fuente del bien y de la verdad, y encuentren en la comunión con Cristo muerto y resucitado la fuerza para ver el mundo con una mirada positiva, una mirada de amor, una mirada de esperanza, una mirada de compasión y de ternura, con especial atención a los desfavorecidos y marginados.
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