Papa: Evangelización y promoción humana, misión siempre actual de la Iglesia
Cecilia de Malak - Ciudad del Vaticano
«Me alegra recibiros en ocasión de vuestra peregrinación a Roma como miembros de la familia del Prado, comprometidos cotidianamente en dar la vida al servicio de los más pobres»
Ésta fue la bienvenida del Papa Francisco a un grupo de sacerdotes, religiosas y laicas consagradas de la asociación fundada por el Beato Antonio Chevrier.
El Papa Francisco destacó, en su , la actualidad del carisma fundacional de la familia del Prado, fundada en el siglo XIX en Francia, cuyos miembros desarrollan su apostolado en tantas partes del mundo:
«Habitados por el mismo amor a Jesús, que se hizo pobre entre los pobres, y por el mismo ardor para evangelizar»
El Papa recordó a su fundador, el Beato Antonio Chevrier, que «impactado por la indigencia de los más desheredados de su tiempo, decidió hacerse prójimo de ellos para que pudieran conocer y amar a Jesucristo»:
«También nuestra época conoce sus pobrezas, antiguas y nuevas, materiales y espirituales, y son tantos los que, en nuestro alrededor, experimentan el sufrimiento, las heridas, las miserias y las angustias de todo tipo. Ellos, a menudo, están lejos de la Iglesia y desconocen completamente la alegría y la consolación que vienen del Evangelio. La misión que hay que cumplir entre ellos es inmensa y la Madre Iglesia se alegra de poder contar con el apoyo de los discípulos del Padre Chevrier.
En efecto, no puedo sino aprobar y alentar la acción pastoral que lleváis adelante, según el carisma propio de vuestros institutos, un carisma que me toca personalmente y que está en el corazón de la renovación misionera a la que toda la Iglesia está llamada: porque existe una ‘íntima conexión entre evangelización y promoción humana, que necesariamente debe expresarse y desarrollarse en toda acción evangelizadora’ (Exhortación ap Evangelii gaudium, 178)».
El Papa Francisco les reiteró las exhortaciones que les encomendó San Juan Pablo II, cuando beatificó a su fundador, repitiendo una en particular:
«Hablen de Jesucristo con la misma intensidad de fe del Padre Chevrier…Los pobres tienen derecho a que se les hable de Jesucristo. Tienen derecho al Evangelio y a la totalidad del Evangelio (Discurso al Instituto del Prado, 7 de octubre de 1986).
Me complace recordar, en efecto, que la inmensa mayoría de los pobres tiene una particular apertura a la fe; necesitan a Dios, y la falta de atención espiritual hacia ellos es la peor discriminación: ‘La opción preferencial por los pobres debe traducirse principalmente en una atención religiosa privilegiada y prioritaria’ (Exhortación ap Evangelii gaudium, 200)».
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