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Las protestas se extienden por toda Francia Las protestas se extienden por toda Francia  (ANSA)

Crisis sin fin en Francia: los nudos sin resolver de Par¨ªs

El primer ministro Bayrou presenta su dimisi¨®n. Jean-Baptiste No¨¦: ?En¨¦sima p¨¦rdida de confianza en la democracia. El modelo social franc¨¦s ya no es sostenible y los ciudadanos no se reconocen en un proyecto com¨²n?. El avance de los populismos y la carga de una deuda ingobernable. Riesgos que distan mucho de ser aislados

Guglielmo Gallone ¨C Ciudad del Vaticano

Nada impredecible, muy caótico. Tras la votación de ayer por la noche en la Asamblea Nacional, que concluyó con 364 votos en contra y 194 a favor, esta mañana el ex primer ministro francés François Bayrou presentó su dimisión al jefe de Estado, Emmanuel Macron. El fin anticipado del Gobierno ¨C el cuarto en dieciocho meses y solo la tercera vez en toda la historia de la Quinta República (desde 1958) en que un primer ministro es destituido por el Parlamento ¨C pone de manifiesto al menos tres problemas estructurales que minan la estabilidad de París.

La cuestión social

El primero es social. «Y no se alimenta sólo de la violencia de estas horas o de los bloqueos anunciados para el miércoles 10 de septiembre ¨C comienza Jean-Baptiste Noé, redactor jefe de la revista francesa de geopolítica «Conflits», hablando a los medios de comunicación vaticanos ¨C el mayor riesgo es mucho más profundo.

Se trata de la posibilidad de que los jóvenes titulados abandonen Francia, convencidos de que ya no tienen perspectivas en el país; de las crecientes tensiones étnicas y raciales, alimentadas por las acusaciones hacia los extranjeros, señalados como responsables de la crisis; en definitiva, de una pérdida de confianza en el sistema político e incluso en la democracia».

Esta actitud lleva a las personas a dejar de identificarse con un proyecto común, a dejar de ver el valor de convivir en la misma sociedad y en un único cuerpo social».

Los efectos políticos: el mito de la gratuidad

Si la naturaleza de este primer problema es antropológica y sociológica, sus efectos son políticos. Y aquí se abre el segundo escenario. Si París no logra encontrar un terreno común y abordar juntos los problemas que, desde hace años, hacen ingobernable al país, es «principalmente porque ningún representante político quiere asumir la responsabilidad de poner fin al mito del Estado social», observa Noé, explicando cómo «desde 1945, con el fin de la Segunda Guerra Mundial, el Estado francés ha construido un modelo de Estado social que se ha convertido en el pegamento de la sociedad.

En Francia se suele decir que todo el mundo envidia nuestro modelo social. Este sistema se basa en el mito de la gratuidad: la sanidad gratuita, a través de la seguridad social, y la escuela gratuita, a través de la educación pública. Muchas personas están convencidas de que estos servicios son realmente «gratuitos», lo que, evidentemente, no es cierto: la seguridad, la sanidad y la escuela se financian con los impuestos y la deuda pública».

La carga de la deuda

Sin embargo, los niveles alcanzados hoy en día son insostenibles. La deuda pública francesa se acerca ya al 116% del PIB, más de 3,3 billones de euros, con un gasto público que roza el 60% de la economía nacional. El presupuesto del 2024 se cerró con un déficit del 5,8%, uno de los más altos de Europa, y la promesa de Bayrou de reducirlo al 4,6% en el 2026 parece totalmente irrealista.

Según un análisis de Crédit Agricole, ningún gobierno francés ¨C ni siquiera el que se nombrará en los próximos días ¨C tiene la fuerza política para aprobar un presupuesto con un déficit inferior al 5,2% del PIB. Cualquier medida más severa provocaría una nueva crisis política, como demuestran las caídas sucesivas de los últimos gobiernos.

Es más, la estabilidad política y el rigor financiero son contradictorios, según se lee en el informe de la cooperativa bancaria francesa: el nuevo primer ministro tendrá como prioridad absoluta aprobar la ley de presupuestos antes de la fecha límite del 7 de octubre, pero se verá obligado a hacerlo mediante compromisos que limitarán cualquier esfuerzo de consolidación.

La inestabilidad corre el riesgo de convertirse en permanente: cuanto más intenta el Elíseo mantener la cohesión política, menos margen queda para abordar la cuestión de la deuda y el gasto público.

Una crisis del modelo social francés

Por eso, según Noé, la actual crisis de la deuda es «una crisis del modelo social francés, que hoy en día ya no es sostenible. Es evidente para todos que en Francia el sistema ya no funciona. La educación pública está en profunda crisis, hasta tal punto que cada vez más padres optan por enviar a sus hijos a colegios privados. El sistema sanitario está colapsado, con escasez de médicos y reembolsos cada vez más reducidos».

Sin embargo, continúa el analista francés, «nadie quiere asumir el riesgo político de decir abiertamente que este modelo ha fracasado y que hay que cambiar de rumbo». En consecuencia, mientras la deuda sigue creciendo, la política francesa se desliza hacia el populismo y la demagogia». De hecho, hay dos grandes coaliciones que dominan hoy la escena: el Nouveau Front Populaire, a la izquierda, y el Rassemblement National, a la derecha, que en las elecciones legislativas de 2024 obtuvieron el 60% de los votos.

Sin embargo, ambos «se niegan a romper con el Estado del bienestar y, de hecho, prometen continuarlo, sin haber tenido nunca la responsabilidad directa del poder. Esto les permite multiplicar las promesas demagógicas sin enfrentarse a la realidad. Mientras tanto, los sucesivos gobiernos centristas, incapaces de resolver el problema, se han desacreditado, reforzando aún más los movimientos populistas». Un riesgo que no es exclusivo de Francia. En Alemania, el partido político de derecha Alternative für Deutschland cuenta hoy con un 25% de los votos.

Una Europa más inmóvil y menos competitiva

Y es precisamente en Francia donde se manifiestan los tres grandes retos del modelo económico contemporáneo, analizados hace unos días por el economista Giorgio Arfaras en una entrevista con los medios de comunicación vaticanos: «Diría que hay tres grandes cambios. El primero: a lo largo de los años, la construcción del consenso político ha creado una enorme deuda pública que, para ser pagada en forma de intereses, requiere sumas igualmente enormes. El resultado es que hoy en día no se puede recortar el gasto público ni aumentar los ingresos: la deuda pública está fuera de control y la carga es cada vez mayor».

«Esto no es poca cosa. El segundo cambio es una mayor intervención directa del Estado en la economía. Por último, el último cambio se refiere a la forma en que se percibe el Estado social: en los países donde no existe el Estado social, hay un gran ahorro que se traduce en grandes inversiones, incluso excesivas, pero capaces de cambiar la imagen que un Estado tiene y da de sí mismo; en los países donde existe el Estado del bienestar, en cambio, a menudo no se puede controlar y esto puede convertirse en un problema».

Así, Europa, atrapada en una pinza antropológica y social, incapaz de encontrar compromisos tanto en el plano político como en el económico, parece cada vez más inmóvil y menos competitiva a los ojos del mundo.

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09 septiembre 2025, 15:08