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Vatican News

Desde hace tiempo se la conoce como la ruta de la muerte, la más peligrosa del mundo según la OIM, Organización Internacional para las Migraciones: es la que ve en el Golfo de Adén la puerta de entrada para los barcos de los traficantes que quieren llegar a Arabia Saudí y a otras monarquías ricas de la zona que aceptan mano de obra extranjera. Por eso cada vez son más las personas que intentan cruzarla, sobre todo somalíes y etíopes, como las víctimas del último dramático naufragio del que se tuvo noticia el 3 de agosto, causado por el mal tiempo frente a la costa de la gobernación de Abyan. El paso por Yemen sigue produciéndose con regularidad, a pesar del conflicto que desde hace una década devasta el país más pobre de la península arábiga.

Las víctimas eran de Etiopía

Los migrantes afectados por la catástrofe de las últimas horas procedían de Etiopía y se dirigían hacia la costa sur de Yemen. El balance provisional es de 76 muertos oficiales, 32 supervivientes y decenas de desaparecidos, «de los que se desconoce su paradero», según la OIM, que calcula que había 157 personas a bordo en el momento del naufragio.

Cientos de muertos cada año

Son miles las personas que cada año cruzan la «ruta oriental», tristemente conocida, además por las migraciones, también por el tráfico de seres humanos. Según la OIM, en Yemen, decenas de miles de personas son víctimas de abusos y explotación durante el viaje. El año pasado, la Organización Internacional para las Migraciones registró al menos 558 muertes en la Ruta del Mar Rojo, desde Yibuti hasta Yemen.