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Un método para sanar las prisiones interiores

En el Jubileo de los Jóvenes, el taller Rompe el círculo traslada a la calle el desafío contra la apariencia, la comparación, la utilidad, la vanidad y la necesidad de aprobación. En las plazas Barberini y San Silvestre de Roma, 箩ó惫别苍别蝉 de todos los continentes se sientan cara a cara para desactivar cinco amenazas a la paz.

Eleanna Guglielmi – Ciudad del Vaticano

Entre los setenta eventos de Diálogos con la ciudad durante el Jubileo de los Jóvenes, el 30 y 31 de julio, transformaron plazas e iglesias de Roma en lugares de escucha, arte y oración, está Rompe el círculo. No es un taller, sino una provocación pública para desactivar raíces de enemistad de las que nadie se salva por sí mismo.

Jóvenes de todos los continentes trazan, sobre el asfalto ardiente, pares de círculos de colores: uno ocupado, otro vacío. Quien cruza ese umbral se sienta frente a un desconocido para compartir heridas y escuchar las del otro, alcanzándole en el interior de una prisión invisible —una herida, una barrera, una soledad—. Promovido por la asociación internacional Idente Youth, Rompe el círculo ha sido concebido para generar una reflexión viva y concreta sobre la relación entre “extrañeza” y paz.

«No es un juego»

Irene, italiana, prepara la plaza Barberini para la dinámica: cuelga papeles en blanco alrededor de la fuente, mientras otros dibujan círculos con cinta adhesiva sobre los adoquines. «Me pregunto: ¿a qué temo más? A estar en el círculo, a encontrarme con personas, a interactuar». De repente, a ella, que habla francés, le dicen: «Venga, rápido, métete en el círculo». La primera en entrar es una muchacha de rostro fresco y curioso: «Me han dicho que necesitas ayuda». «Sí, es cierto. Estoy atrapada», responde Irene. Le habla de relaciones heridas, del vacío que acompaña a una vida llena. «No es un juego, ¿me entiendes? ¿Puedes ayudarme?». Llegan las lágrimas, y con ellas la joven francesa se abre. «En el círculo ocurre lo impensable: la ciudad se detiene, el caos calla, la extrañeza se convierte en aliada», dice Irene. «Uno se encuentra allí donde ni siquiera un amigo, muchas veces, ha sido dejado entrar. Luego nos despedimos: regalo un trozo de mi círculo, testigo de que hoy has ayudado a alguien a salir de sí mismo».

«Ambos salvados, ambos salvadores»

Después del círculo, confiesa Irene, «nadie sigue siendo el mismo. Dos prisiones se han visto y reconocido. Ambos salvados, ambos salvadores». A veces la conclusión es un abrazo. Al caer la noche, todo se desmonta: los jóvenes salen de los círculos exhaustos, colmados de rostros e historias, con trozos de cinta de colores pegados por todas partes. «La memoria no me basta para recordar todos los rostros. Necesito el corazón, que cuenta una a una las heridas abiertas y las palabras que las han aliviado. El corazón, después del círculo, ya no es el mismo: ha descubierto en su fragilidad el instrumento para iniciar un mundo nuevo hecho de encuentros auténticos y diálogos que nacen de la raíz».

Vista general del taller en la plaza Barberini, con los círculos trazados sobre el pavimento y los jóvenes en diálogo
Vista general del taller en la plaza Barberini, con los círculos trazados sobre el pavimento y los jóvenes en diálogo

Conocerse entre dos almas

Para Steven, de Colombia, «Rompe el círculo es conocerse entre dos almas». Relata haber encontrado jóvenes que han perdido el sentido de la vida, que no hallan un propósito y piensan en el suicidio o en hacerse daño. «Hemos venido aquí para escuchar, para poner signos concretos de que somos hermanos».

Generar espacios de confianza

«Cuando alguien cruza el círculo vacío para liberar a uno de nosotros de la prisión interior –cuenta Kimberly, de Francia–, entra en nuestra intimidad. Le acogemos en un espacio de confianza, donde puede hablar y sentirse escuchado con delicadeza. Y esto sucede al margen de lo que creamos o de nuestra religión».

Unidos también en el sufrimiento

Desde Filipinas, Danielle afirma: «No estamos separados, ni en el sufrimiento ni en la alegría. Al compartir mis heridas, los demás también compartieron las suyas. Las situaciones son distintas, pero nos une el inmenso amor de Cristo».

La belleza de la vulnerabilidad

También Angelic procede de Filipinas: «Acercarme a desconocidos siempre me había intimidado. Recé y encontré el valor para hablar. Algunos decían que solo se detendrían un momento, y después se quedaban mucho más. Esa generosidad me conmovió. Vi cómo la sanación empieza cuando uno comparte su experiencia».

Diálogo con un grupo de participantes en la plaza San Silvestro
Diálogo con un grupo de participantes en la plaza San Silvestro

Cinco amenazas a la paz

En el círculo, los diálogos parten de cinco amenazas a la paz: apariencia, comparación, utilidad, vanidad y necesidad de aprobación. Son trampas de la cultura de la extrañeza que abren distancias y aíslan, hasta hacer olvidar el vínculo que nos une. Romper el círculo significa, antes que salir, dejar entrar. Supone descubrir que es más fácil ayudar que dejarse ayudar, y que, mientras ayudas, sanas. Irene se encuentra frente a un hombre que la escucha como en una sesión de terapia. Solo al final se presenta: «Soy psicoterapeuta Gestalt». Irene sonríe: «Qué afortunada soy». Y él responde: «Mientras hablo contigo, me estoy haciendo bien a mí mismo». «Es una pequeña revolución –afirma Irene– que puede engendrar un cambio duradero: vivir para otro sin consumirse, hallando en esa apertura la verdadera riqueza». Y en esa misma apertura, “Alguien” obra el prodigio de dos náufragos que se encuentran y se tienden la mano, pasando del yo al nosotros y de la oscuridad de la soledad al consuelo de saberse acompañado.

Encuentro con transeúntes durante la actividad Rompe el círculo en la plaza Barberini
Encuentro con transeúntes durante la actividad Rompe el círculo en la plaza Barberini

«¿Por qué no podemos vivir así siempre?»

 «El momento más emocionante de las jornadas jubilares –relata Galo, de Ecuador– fue el intercambio de la paz entre jóvenes de todos los países. Y me pregunto: ¿por qué no podemos vivir así siempre? Nosotros, los jóvenes, no tenemos problema en ser amigos de cualquiera, venga de donde venga. ¿En qué momento se quiebra eso?». Darse la paz, en la explanada de Tor Vergata, con miles de jóvenes llegados de todos los rincones del mundo hace que esas preguntas sean aún más ineludibles. Con ese grito, los jóvenes de Idente Youth se lanzaron a las plazas. Sus preguntas quedan ante nosotros como una advertencia imposible de sacudir.

Un momento de intercambio y escucha en la plaza San Silvestro
Un momento de intercambio y escucha en la plaza San Silvestro

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13 agosto 2025, 15:54