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Rabih Abi Abdallah y Alessandro De Carolis 

Son mujeres y hombres, ciudadanos libaneses, que un terrible día hace cuatro años quedaron unidos para siempre por una herida y un recuerdo y que, desde aquel 4 de agosto de 2020, siguen esperando algo que les ayude a seguir adelante, a dar un nuevo sentido a su dolor. Entre ellos se encuentra Elie Hasrouty, promotor de la «Iniciativa 4 de agosto», que toma su nombre del día de la tragedia, la explosión del puerto de Beirut que mató a 218 personas e hirió a miles.

«Con amor, el mundo se convierte en un lugar de vida»

Entre las víctimas se encuentra también el padre de Elie, quien ha contado a los medios de comunicación vaticanos el aniversario, sus celebraciones, la esperanza que une a los supervivientes y a los familiares de los que ya no están. La esperanza de una justicia que aún está paralizada y que se quiere que siga su curso. Pero también la gratitud al Papa León por su mensaje de solidaridad. Elie le da las gracias junto con «toda la Iglesia». Gracias, dice, por el «testimonio: el testimonio del amor (...) A través de vuestra presencia, el mundo se convierte en un lugar de vida». El mensaje del Papa, enviado ayer, fue leído a los participantes en la velada de oración dedicada a la conmemoración de las víctimas.

Una red que sensibiliza sobre la paz

Elie recuerda también que, en vísperas del quinto aniversario, acompañó al nuncio apostólico en Beirut, el arzobispo Paolo Borgia, a bendecir el «Jardín de los Olivos», donde se plantaron árboles con los nombres de las víctimas. «Mi más profundo deseo —dice— es que el recuerdo del 4 de agosto se transforme de tragedia en un objetivo de justicia y paz». Una justicia, sostiene, «que aún está esperando» conocer la verdad sobre lo ocurrido, como también el papa Francisco —recuerda Elie— invocó con gran fuerza el año pasado al recibir en audiencia a los familiares de las víctimas. La propia «Iniciativa 4 de agosto» se propone, a través de una serie de actividades educativas y de sensibilización en las escuelas, universidades y diversas comunidades del país, transformar una catástrofe nacional en una oportunidad para tomar conciencia, un punto de partida para reforzar en todo el Líbano el valor de la convivencia pacífica.

Curación y consuelo

La cercanía de León hoy y de Francisco ayer es, por lo tanto, un bálsamo para Elie. Tanto la «atención hacia nosotros» mostrada por el nuevo Papa como la de su predecesor. «El día que lo conocí —recuerda— solo llevaba un corazón roto, herido, traicionado, entumecido por el profundo dolor y la decepción. Le hablé y le pedí sanación en el nombre de Jesús. Que mi sanación se convierta en un camino para todos aquellos que buscan sanación en su nombre. Esta es mi oración y mi consuelo».