Rodríguez Maradiaga: ?Dónde está nuestro tesoro y nuestro corazón?
Patricia Ynestroza-Vatican News
En su homilía dominical, el Cardenal Óscar Rodríguez Maradiaga invitó a los fieles a vivir con confianza, esperanza y vigilancia activa, recordando que “solo en Dios está nuestra seguridad”. Inspirado en las palabras de Jesús: “No temas, pequeño rebaño, porque su Padre ha tenido a bien darles el Reino” (Lc 12,32), el Cardenal subrayó que el “pequeño rebaño” no se refiere a un grupo reducido por número, sino a una comunidad de gente sencilla, aparentemente débil a los ojos del mundo, pero fuerte en la fe.
¿Dónde esta nuestro tesoro y nuestro corazón?
¿Qué alimenta profundamente nuestra vida y le da sentido? Para los cristianos, afirmó el purpurado, nuestro tesoro es el Señor Jesús, fuente inagotable de vida y de esperanza. Él, en el Evangelio de hoy, nos deja varias comparaciones para señalar las actitudes esenciales que todo discípulo debe cultivar. ¿le estamos abriendo la puerta a Jesús o vivimos cediendo nuestro corazón a ideologías que prometen mares y montes, pero que nunca cumplen? se pregunta el cardenal.
La verdadera seguridad
El purpurado advirtió sobre el peligro de poner la confianza en el dinero, el poder o el placer sin reglas morales. No pongamos afirmó Rodríguez Maradiaga nuestro bienes donde la "polilla y la corrupción acaban con todo". Rodríguez Maradiaga invitó a despertar de la indiferencia, de la pasividad y del descuido con que, sin darnos cuenta, podemos dejar enfriar nuestra fe. Recordó que el Evangelio nos invita a “hacernos bolsas que no se echen a perder” y a buscar un “tesoro inagotable en el cielo”. Habló de la cultura del consumismo que promete felicidad pero deja vacío el corazón:
El Cardenal denunció que el modelo económico actual, centrado en el “tener” antes que el “ser”, es incompatible con la vida humana y deja a muchos sin esperanza. Frente a esto, Jesús ofrece el verdadero tesoro: el Reino de Dios, que no se agota.
Vigilancia y servicio
Reflexionando sobre las imágenes evangélicas de “tener ceñida la cintura” y “las lámparas encendidas”, el Cardenal explicó que el discípulo debe estar siempre disponible para servir, como Jesús que lavó los pies a sus discípulos. La vigilancia, señaló, no significa pasividad: “Estar vigilantes quiere decir estar dispuestos a actuar”.
Fe que vence el miedo
Hoy más que nunca necesitamos una fe viva que nos libere de la superficialidad y el sin sentido que tantas veces marcan el ritmo de la sociedad. Queridos hermanos, dijo, no tengamos miedo. El miedo es contrario a la fe. En Honduras, aunque se nos amenace o se quiera usar el poder para intimidarnos, no podemos dejar que el temor nos paralice. Dios nos llama a la vigilancia, pero no a una vigilancia pasiva, sino a una actitud activa, siempre listos para obrar el bien. Jesús nos advierte: “Donde está tu tesoro, allí estará tu corazón”.
Por último, invitó que nuestro tesoro esté en Dios, y que desde ahí se inspiren nuestras decisiones y acciones. La verdadera riqueza, señaló, se encuentra en amar, servir y construir justicia.
La vigilancia cristiana no es un esperar de brazos cruzados, sino un compromiso diario. Cada bautizado en Honduras, dijo el cardenal, está llamado a participar en la vida social, a aportar en su comunidad, a resistir el mal con la fuerza del bien. Como nos recuerda San Pablo en su carta a los Gálatas: “No nos cansemos de hacer el bien”.
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