Fiesta de San Cayetano: Que Argentina sea una casa de reconciliaci¨®n y trabajo
Alina Tufani Díaz - Vatican News
No solo por el pan y el trabajo, sino también por la paz, eso se le pide a San Cayetano cada año. En la misa de, ayer, 7 de agosto, en el Santuario del barrio Liniers, el arzobispo de Buenos Aires, pidió al patrono del Pan y el Trabajo que interceda para que los argentinos se preocupen por los demás, por el sufrimiento de los desocupados, los marginados, los excluidos.
San Cayetano, anímanos a desterrar la cultura de la indiferencia y a vivir la fraternidad. Porque, así como bajó la inflación que es el impuesto de los pobres y que desde hace años perjudica a las familias, también le pedimos a san Cayetano que interceda por nosotros para que, nos comprometamos a bajar los niveles de agresión, de indiferencia, de individualismo, de crueldad.
La casa del Padre es casa de reconciliación
En su homilía de la misa dedicada al Santo patrono de los trabajadores, monseñor Jorge García Cuerva, siguiendo la lectura del Evangelio de Lucas que presenta la parábola del hijo pródigo, recordó que la casa del padre es casa de reconciliación: el padre no pide explicaciones al hijo que vuelve, el padre abraza, perdona, se alegra con su regreso.
Le rogamos a nuestro Santo patrono que podamos recapacitar como ese hijo de la parábola, salir del chiquero de las descalificaciones y del odio, ponernos de pie, y animarnos a dar el paso hacia la reconciliación entre los argentinos. Sólo desde allí podremos gestar una sociedad más humana.
La casa del Padre es casa de encuentro
Monseñor García afirmó que la casa del Padre también es casa de encuentro y de trabajo, como ese padre de la parábola que organiza una fiesta por el regreso de su hijo e invita a todos a festejar. Y como decía el Papa Francisco, recordó el prelado, el aislamiento y la cerrazón en uno mismo o en los propios intereses jamás son el camino de renovación, de cercanía, de cultura del encuentro.
El aislamiento, no; cercanía, sí. Cultura del enfrentamiento, no; cultura del encuentro, sí. Eso se vive en la casa del padre; y eso es lo que nos falta a nosotros como país: encontrarnos, sentirnos cerca unos de otros, sentarnos a una misma mesa para pensar juntos, para generar consensos, para dialogar, para llorar nuestros fracasos, sin estar siempre buscando culpables por lo que está mal, y hacer fiesta con los pequeños o grandes logros, sin querer figurar u obtener reconocimientos personales por los esfuerzos de todos.
La casa del Padre es casa de trabajo
El arzobispo de Buenos Aires puntualizó que el trabajo es un gran ordenador social, el trabajo dignifica a las personas. Y en la casa del Padre nadie muere de hambre, porque los jornaleros trabajan y tienen pan en abundancia, tienen un trabajo digno que es bien remunerado.
Pedimos una vez más a San Cayetano por todos los trabajadores de nuestra Patria, por todos, porque como Iglesia, valoramos todas las formas de trabajo: el empleo formal, los emprendimientos familiares, la economía popular, el reciclado, las changas. Toda actividad que, con esfuerzo, lleva dignamente el pan a la mesa merece ser reconocida, acompañada y protegida.
La casa del padre es casa de fraternidad
Al hablar de la fraternidad, monseñor García recordó la frase del hijo mayor que ante la alegría del padre por el regreso de su hijo menor se refiere a él como ¡°ese hijo tuyo¡±, desconociendo lo como hermano. También recordó la pregunta de Caín en la primera lectura: ¿acaso soy yo el guardián de mi hermano?
Y la respuesta es sí, somos custodios y guardianes de la vida de los demás, de los más pobres, de los más débiles, de los ancianos que siguen esperando una jubilación digna, somos custodios de los discapacitados y los enfermos; no podemos desentendernos de los que sufren, de los que revuelvenlos tachos de basura buscando algo para comer, como el hijo menor de la parábola, que deseaba comer las bellotas que comían los cerdos.
San Cayetano ayúdanos¡
El arzobispo concluyó su homilía pidiendo a San Cayetano que ayude a hacer de Argentina una casa de reconciliación, en la que ¡°dejemos de descalificarnos, de odiarnos, de tratarnos mal, y de usar palabras que lastiman mucho¡±; una casa de encuentro y de trabajo, ¡°que podamos dialogar, que podamos encontrarnos para buscar soluciones a los problemas que aquejan a nuestro pueblo¡±; y una casa de hermanos , ¡°donde nos preocupemos por los demás, donde nos duelaprofundamente lo que sufren los desocupados, los marginados, los excluidos¡±.
Monseñor García Cuervas, tras recordar las palabras del Papa León XIV en su homilía dirigidas a los jóvenes del mundo el domingo pasado en Roma, pidió a todos los fieles a repetir por tres veces : ¡°Con San Cayetano, todos hermanos¡±
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