?Si cambian los corazones, cambia el mundo?: formaci¨®n para la paz en Roma
Beatrice Guarrera - Ciudad del Vaticano
«Un compromiso por la paz que sea cotidiano, que ejerza la capacidad de entrar en relación con las personas para que las relaciones y los conflictos se gestionen a través de esta visión». Eso es lo que pretende construir el Servicio de Pastoral Social y del Trabajo - Justicia, Paz y Salvaguardia de la Creación de la Diócesis de Roma. Una perspectiva que se lleva a cabo a través de múltiples iniciativas, sobre todo de carácter formativo, explica el vicedirector de la oficina, Oliviero Bettinelli. El objetivo es «trabajar en conexión con otras realidades que operan en el territorio con una idea clara de compromiso por la paz en las instituciones, en las relaciones con las personas, en los conflictos internos de las realidades territoriales: apoyar, en la medida de lo posible, a las comunidades eclesiales y no solo a ellas».
Proyectos y itinerarios
Los proyectos concretos son itinerarios de formación en ecología integral y tratan temas como la salud, la pobreza y la injusticia. Están abiertos a todos aquellos que estén interesados en profundizar en estos temas. En el último año se ha añadido, cada quince días, la cita en el suplemento de Avvenire, Roma sette, con una sección especial sobre los testigos de la paz, donde se cuentan las historias de quienes trabajan diariamente por la paz. «No somos una asociación, sino un organismo pastoral ¡ªprecisa Bettinelli¡ª y tenemos nuestras comunidades a las que tratamos de ofrecer un servicio de profundización y formación: entre 40 y 50 personas asisten a cada encuentro». En una época caracterizada por guerras y conflictos de todo tipo, educar para la paz se percibe como una tarea especialmente ardua. Ante los sentimientos de consternación, miedo y preocupación, el intento es siempre el mismo: «Hacer comprender que nosotros, como Iglesia, estamos cerca. Creo que este tipo de pastoral relacionada con la paz, la globalidad y la justicia social debe convertirse en una pastoral ordinaria. No se puede separar del camino de la comunidad, desde los niños de la primera comunión hasta los jóvenes de la confirmación».
El mensaje de la Iglesia
Son temas que deben penetrar poco a poco en los jóvenes gracias a la tarea principal de la oficina diocesana, que es proporcionar las herramientas para analizar la realidad: «Lo que queremos hacer no es tanto dar respuestas como ayudar a la gente a plantearse preguntas», afirma el vicedirector, «y creo que esto es esencial en un momento de miedo y tensión. Los miedos de las personas son los mismos, al igual que sus preocupaciones. La Iglesia no está al margen del mundo y debe hacer que estas personas se sientan menos solas, acompañadas por una visión, por un mensaje evangélico que para nosotros es fundamental con respecto a las propuestas formativas de animación de encuentro».
Trabajar con paciencia
Los cursos tienen diferentes duraciones, desde el de ecología integral, que es un curso anual, hasta los encuentros individuales, cuyos frutos se verán con el tiempo. «Nos equivocamos al pensar que los frutos no llegan», comenta Bettinelli: «El Concilio Vaticano II tiene cincuenta años y poco a poco estamos viendo los frutos. Creemos que dentro de nuestras comunidades está empezando a madurar una reflexión sobre estos temas». Para una serie de iniciativas de este tipo, «querer ver los frutos de inmediato es una tentación», sostiene el vicedirector del Servicio Diocesano, «en el sentido de pensar que hacer un proyecto cambia el mundo. No, el mundo cambia, y Jesús nos lo enseñó, si cambian los corazones y trabajamos con paciencia».
Entre las experiencias más interesantes que cabe destacar este año se encuentra el Eco-Charity Garden de las Hermanas de la Caridad de Santa Giovanna Antida Thouret, un lugar abierto a todos para vivir itinerarios relacionados con la ecología integral. «Estoy convencido, como dijo una vez el Papa Francisco a los jóvenes en Asís, de que debemos hacer proyectos que pongan en marcha procesos, porque si no «procesamos», podemos hacer muchas cosas bonitas, pero ahí se quedan y no cambian el corazón de las personas. Si no cambia el corazón de las personas, probablemente tengamos que revisar un poco cuál es nuestra tarea, cuál es nuestra vocación, cómo podemos estar verdaderamente disponibles al servicio de la comunidad», concluye Oliviero Bettinelli.
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