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Inicio de la procesión en Ulán Bator Inicio de la procesión en Ulán Bator 

Mongolia, esperanza jubilar hasta los confines del mundo

En la peque?a porción de Iglesia del país asiático, el Jubileo se desarrolla en medio de la fe y la esperanza. El Cardenal Giorgio Marengo, Prefecto Apostólico de Ulán Bator, relata cómo en el centro de todas las actividades está la formación y el compartir involucrando a todos. Un A?o Santo bajo la mirada de la Madre del Cielo, título con el que el Papa Francisco quiso honrar la estatua de madera de María encontrada en un vertedero y entronizada después en la catedral de la ciudad.

Federico Piana - Ciudad del Vaticano

Un día intensamente frío, con el mercurio a 30 grados bajo cero, una extraordinaria participación de personas que entibia el corazón. Y el alma. Así, Ulán Bator la capital de Mongolia, el 29 de diciembre, día en que se inauguró el Jubileo 2025 con una solemne celebración que incluso aquí, en el confín más lejano del mundo, ciertamente no podía faltar ni pasar desapercibida. La imagen está aún viva en la mente del cardenal Giorgio Marengo, Prefecto Apostólico de esa infinitesimal porción de Iglesia que cuenta unos 1600 bautizados sobre 3,2 millones de habitantes esparcidos en un territorio de más de un millón y medio de kilómetros cuadrados.

Gran procesión

Su recuerdo detallado, confiado en una conversación con los medios vaticanos, sirve para reconstruir la jornada que se abrió con una gran procesión que comenzó fuera de la catedral dedicada a los santos Pedro y Pablo, sede de la prefectura apostólica: «Partimos de la gran cruz que se utilizó para la misa papal durante el viaje apostólico de Francisco en septiembre de 2023. Tras rezar parte del Rosario en el exterior, entramos solemnemente en la catedral, orientándonos hacia el otro crucifijo que se alza sobre nuestro altar y hacia el que dirigimos nuestras miradas y oraciones. Fue una celebración muy intensa que permitió a nuestra gente sentirse en comunión con la Iglesia universal».

Palabra de Dios y formación

Ciertamente, los fieles de la Prefectura Apostólica de Ulán Bator no llegaron impreparados para ese momento. Hubo muchas oportunidades de formación y profundización, una en particular resumió mejor la necesidad de ejercitar la esperanza, tema principal del Año Santo: «Fue la experiencia de comunión y animación vinculada al Gen Rosso, el grupo de artistas internacionales que vino a visitarnos aquí a finales de noviembre y principios de diciembre y con el que preparamos talleres y un concierto. El leitmotiv de estas actividades fue el concepto que en inglés llamamos hoping together, que fue también el tema de la visita papal de hace casi dos años». Prepararse bien para el Jubileo significaba también redescubrir la historia de una Iglesia local arraigada en un cristianismo con un pasado milenario pero que, en la época contemporánea, sólo cuenta con treinta y tres años de existencia. «También esto fue un ejercicio de esperanza, un deseo de aceptar la invitación jubilar a mirar al futuro con ojos llenos de fe, sin desanimarse nunca».

Renovación y purificación

Durante el Año Santo, la formación de los fieles será un elemento constante, no se dejará de lado. Se pondrán a disposición de todos materiales de ayuda y catequesis para que podamos captar realmente el sentido profundo de la gracia del Jubileo: «En este sentido, estamos pensando también en una publicación plegable con explicaciones sobre cómo obtener las indulgencias y con la que podamos poner de relieve el verdadero sentido del camino de conversión que todos intentamos hacer aquí. Una renovación que debe partir de la continua purificación de nuestros corazones». Lo que más le importa al cardenal Marengo en este marco de fe es la dimensión de la caridad, condición esencial para recibir la gracia jubilar: «Las obras de misericordia, ofrecer al Señor las propias dificultades y sufrimientos, no son cosas triviales. Como lo son los sacrificios que cada uno puede hacer para participar en nuestros encuentros de formación, como la semana pastoral que animaremos en mayo».

Peregrinaciones parroquiales

Aunque para los fieles de Mongolia será difícil, casi imposible, llegar a Roma en peregrinación, no sólo por la enorme distancia sino también por el elevado coste del viaje, el prefecto apostólico explicó que «las gracias del Jubileo nos alcanzan allí donde estamos y toman la forma de iniciativas que tienen que ver con la vida cotidiana: la oración, el cuidado de los demás, la multiplicación de la misericordia como forma concreta de ejercitar la esperanza». Pero además de la peregrinación que los fieles podrán hacer a la catedral de Ulán Bator, hay otra que le toca de cerca al cardenal: una dirigida especialmente a los jóvenes y que se hará en las nueve parroquias de la Prefectura. «Cinco de ellas están en la capital y cuatro repartidas por todo el país. Nos dimos cuenta de que, en muchos casos, los fieles de una parroquia no conocen bien las otras. Así que pensamos que cuando llegara la buena estación se podrían organizar visitas mutuas». Y viendo que la distancia entre una parroquia y otra puede ser de cientos de kilómetros, Marengo pensó en una especie de «pasaporte jubilar», sobre todo para los más jóvenes: «Será una especie de carné de identidad con datos personales que habrá que rellenar cada vez que se visite una parroquia. Creo que es una forma muy bonita de poder agradecer al Señor el don de estas comunidades dispersas por un territorio inmenso».

La mirada de María

En Ulán Bator, el Jubileo se celebra bajo la mirada amorosa de la Madre del Cielo, título con el que el Papa Francisco ha querido llamar a la estatua de María que fue milagrosamente encontrada hace unos años en el vertedero de una ciudad del norte por una mujer no católica y entronizada en la catedral. «Por eso, la catedral asume cada vez más un papel espiritual fundamental para los fieles, que pueden acudir ante esta pequeña estatua de madera y confiar su vida a la Virgen María».

 

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03 marzo 2025, 12:29