Cardenal Hollerich: Que se recupere una moral de la paz
Roberto Cetera – Ciudad del Vaticano
El cardenal Jean Claude Hollerich es arzobispo de Luxemburgo y miembro del Consejo de Cardenales (el llamado C9), tras haber sido presidente de la Comisión de las Conferencias Episcopales de la Comunidad Europea (COMECE) durante varios años, y aún vicepresidente de las Conferencias Episcopales Europeas, es un gran conocedor de las dinámicas políticas europeas.
Eminencia, ¿cómo valora el programa de «rearme de Europa» aprobado por los líderes europeos en los últimos días?
Antes de cualquier consideración política, hay que reflexionar sobre la caída en la tensión moral que parece invadir a los gobernantes de gran parte del mundo. Aquel tabú de la guerra que había influido en las orientaciones políticas tras la tragedia de la Segunda Guerra Mundial parece haber agotado su recorrido. Sin la recuperación de esa tensión moral, no hay políticas que se sostengan, y el mundo corre el riesgo de deslizarse por una pendiente peligrosa.
Una cuestión moral, sin duda, pero solapada por grandes cambios políticos...
Por otra parte, creo que el mundo sólo puede volver a vivir en paz en un marco de multilateralismo. El Papa Francisco insiste mucho, con razón, en la importancia del multilateralismo; de hecho, me atrevería a decir que es la piedra angular sobre la que la Santa Sede basa su presencia político-diplomática.
Mientras tanto, Europa también se está rearmando, con un programa de ochocientos mil millones de euros. Pero, en opinión de su Eminencia, ¿está Europa realmente en peligro estratégico?
La anunciada retirada militar gradual estadounidense asusta a estos países. Creo que, si bien es necesario un refuerzo militar de la Unión Europea, éste debe ser de carácter obligatoriamente defensivo. Y esto debe desprenderse también de los tipos de armamento que puedan adoptarse.
¿Está el nuevo rumbo estadounidense detrás de este deseo de reforzar las defensas europeas?
Como ve, incluso para Europa el multilateralismo era la opción política decisiva y compartida. Al otro lado del Atlántico, este horizonte parece haberse desvanecido. Si Europa, además de la capacidad de defenderse autónomamente, es también capaz de recuperar una subjetividad política –que se ha visto un tanto empañada – estará haciendo un servicio no sólo a sí misma, sino al mundo entero, realizando un papel multilateral de facto. Yo añadiría que Europa también haría bien en autonomizarse en materia de producción militar, que sigue dependiendo en gran medida de Estados Unidos. Una dependencia que la hace vulnerable.
¿Cree que una inversión militar tan masiva sigue siendo chocante mientras en Europa el Estado del bienestar parece crujir? Muchos objetan: la sanidad, la educación, el bienestar y la seguridad social están en crisis en todas partes y ¿gastamos ochocientos mil millones en armas?
No hay que enriquecerse con las armas, con los beneficios hagamos en cambio hospitales y escuelas. Es una propuesta inmediatamente realizable, que pienso transmitir al embajador de la Unión Europea ante la Santa Sede, con quien tengo previsto reunirme en los próximos días.
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