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Una mirada sobre el martirio en Am¨¦rica Latina

La realidad del martirio siempre ha estado presente en la vida de la Iglesia. Jes¨²s fue asesinado por predicar el amor de Dios a su pueblo; Juan Bautista y Esteban, muertos por decir la verdad; los ap¨®stoles, por ense?arnos el camino que lleva a sentirnos hermanos, hijos de un mismo Padre. As¨ª hasta nuestros d¨ªas

Manuel Cubías ¨C Ciudad del Vaticano

El martirio. Un don

El martirio es don de Dios que puede ser aceptado, pero no buscado. , teólogo español afirma: ¡°La muerte del mártir no es la muerte del kamikaze¡­ El mártir, en cambio, la recibe pasivamente: lo único que hace es no apartarse del camino¡±. De esta manera actúa como Jesús. Además, añade, ¡°el mártir, el testigo es aquel que da fe. Es decir, el mártir es generador de fe, es aquel cuyo testimonio es el más creíble¡±.

Recuerda González Faus: ¡°quiero evocar el testimonio que me dio un muchacho salvadoreño: ¡®el día que mataron a Monseñor Romero, me decidí a ser religioso¡¯¡±. Así, continúa: ¡°Porque el mártir es testigo de la fe, siendo testigo del amor más grande. El martirio es un regalo de Dios para el mártir. Y el mártir es un regalo para el pueblo de Dios¡±.

Olvidar a los mártires

Tal como lo plantea González Faus, olvidar a los mártires puede ser un descuido, lo cual es comprensible. Sin embargo, ¡°Olvidar a un mártir es, sencillamente, desoír una enseñanza, cerrar los propios oídos o endurecer el corazón para que no nos penetre. A quien olvida a los mártires se le puede aplicar paradigmáticamente la frase del salmista: ¡®si oyen su voz, no endurezcan su corazón¡¯¡±.

La vida de los mártires no siempre resulta atractiva, porque a veces cuestiona la manera en que pensamos o actuamos. El caso de Jesús o de Esteban nos ubican en este momento. Jesús en el Gólgota, abandonado por casi todos. Solo Juan, María, su madre, María Magdalena y algunos más se habían quedado hasta el momento final. Sobre Esteban, dicen los Hechos de los Apóstoles 7,57: ¡°se arrojaron a una contra él¡±.

Todavía resuenan las palabras de Jesús: ¡°Padre, perdónalos¡±, o las de Esteban: ¡°Mientras lo apedreaban, Esteban invocó: ¡ªSeñor Jesús, acoge mi espíritu. Y arrodillado, gritó con voz potente: ¡ªSeñor, no les tengas en cuenta este pecado. Y dicho esto, murió¡±.

Anuncio y denuncia

La realidad Latinoamericana muestra numerosos casos de hombres y mujeres que han sido capaces de entregar sus vidas, movidos por su fe y por su deseo de servir a las causas de los campesinos, indígenas, trabajadores, de los pobres. En ellos tenemos que reconocer la unidad entre la fe vivida y el compromiso por la justicia que esa misma fe exige. Pero esta fidelidad a Dios, tiene un precio: ¡°Les he dicho todo esto para que no fallen. Los expulsarán de la sinagoga. Llegará un tiempo en que quien les mate piense que está dando culto a Dios¡± (Jn 16, 1-2).

El recuerdo de los mártires, se convierte, entonces, en posibilidad de crecimiento, en la fe y en la entrega al servicio de la humanidad.

Descalificar a miles de hombres y de mujeres que han aceptado el don del martirio, decir que su actuar no es valioso e incluso afirmar que ellos se lo buscaron es no comprender su entrega. Es no comprender cuán lejos puede llegar el amor a Dios y a los hermanos.

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26 abril 2019, 14:26